La educación, más allá de ser un servicio individual, es un servicio colectivo. Es decir, que tiene que redundar en la mejora social. Debe ayudar a articular sociedades más democráticas, justas y sostenibles. Pero, ¿cómo se lleva a cabo esto más allá de enunciar una declaración de intenciones? Luis González habla sobre los puntos clave que deben acompañar este proceso.