¿Qué son los gases de efecto invernadero?

Cambio Climático

Los gases de efecto invernadero son gases que están en la atmósfera y permiten que la luz del sol entre y llegue a la Tierra, pero cuando la luz se refleja de nuevo, los gases atrapan el calor en lugar de dejarlo escapar al espacio.

Definición y origen del concepto de gases de efecto invernadero

Cuando oímos hablar de cambio climático, uno de los términos que siempre aparece es el de «gases de efecto invernadero». Sabemos que están relacionados con el calentamiento global y que es importante reducir sus emisiones, pero ¿qué son realmente estos gases y cómo afectan a nuestro planeta? El concepto de gases de efecto invernadero viene de la idea de un invernadero, una casita de vidrio donde se cultivan plantas. El vidrio deja entrar la luz del sol y atrapa el calor dentro, manteniendo el ambiente cálido. Algo parecido sucede con la Tierra: ciertos gases en la atmósfera, como el dióxido de carbono y el metano, permiten el paso de la luz solar pero evitan que todo el calor se escape al espacio, ayudando a mantener una temperatura adecuada para la vida. Aunque este proceso es natural y necesario para mantener la vida en la Tierra, las actividades humanas han aumentado la concentración de estos gases. Esto, a su vez, ha intensificado el efecto invernadero, produciendo un aumento en la temperatura del planeta conocido como «calentamiento global». Este fenómeno no es algo nuevo. Ya en 1824, el matemático francés Joseph Fourier se dio cuenta de que, sin la atmósfera, la Tierra sería mucho más fría. Años después, en 1896, el científico sueco Svante Arrhenius fue el primero en advertir que la quema de combustibles fósiles aumentaba la cantidad de dióxido de carbono en el aire y, con ello, la temperatura del planeta. Sin embargo, no fue hasta 1988 cuando el climatólogo estadounidense James E. Hansen alertó al mundo cuando declaró, ante el Congreso de los Estados Unidos, que el efecto invernadero ya estaba ocurriendo y afectando nuestro clima. Desde entonces, el estudio del cambio climático y sus consecuencias es cada vez más importante para la ciencia y la sociedad.

¿Cómo se forman los gases de efecto invernadero?

Los gases de efecto invernadero pueden formarse de manera natural o por actividades humanas. De forma natural, se generan en procesos como las erupciones volcánicas, que liberan grandes cantidades de dióxido de carbono, la descomposición de materia orgánica, que produce metano, y los incendios forestales, que también liberan gases a la atmósfera. Estos procesos han ocurrido siempre y ayudan a mantener el equilibrio del clima en la Tierra. Sin embargo, en las últimas décadas, los seres humanos hemos aumentado mucho la cantidad de estos gases en la atmósfera, mediante actividades como la quema de combustibles fósiles o la ganadería intensiva. Además, acciones como la tala masiva de árboles han reducido la capacidad de las plantas para absorber estos gases, resultando en una mayor concentración de los mismos.

Relación con el efecto invernadero natural

El efecto invernadero es un fenómeno natural que permite mantener la temperatura de la Tierra en niveles adecuados para la vida. Sin este proceso, el planeta sería un lugar extremadamente frío e inhabitable. Sin embargo, mientras que el efecto invernadero natural ha cambiado lentamente a lo largo de millones de años, permitiendo que los ecosistemas se adapten, el artificial comenzó hace unos 200 años con la Revolución Industrial, y se ha acelerado en las últimas décadas debido al uso masivo de combustibles fósiles. Este ritmo de cambio es demasiado rápido para que la naturaleza se ajuste. Aunque algunos gases como el CO₂ están presentes en ambos tipos de efecto invernadero, otros, como los óxidos nitrosos de los motores diésel, solo existen en el artificial. Estos no solo dañan el clima, sino también la salud, provocando enfermedades respiratorias y contaminando el aire.

Las actividades humanas han aumentado la concentración de gases en la atmósfera, lo que ha intensificado el calentamiento global

Principales gases de efecto invernadero

Existen varios tipos de gases de efecto invernadero, cada uno con un impacto diferente en el calentamiento global. Veamos los principales.

Dióxido de carbono (CO₂)

El CO₂ es el gas de efecto invernadero más común y se produce de forma natural durante la respiración de los animales y la descomposición de biomasa. Además, es el que más generamos los humanos. Se origina cuando quemamos carbón, petróleo o gas para obtener energía, por ejemplo, en fábricas, coches y aviones. Asimismo, la tala de árboles, que desempeñan un papel crucial en la absorción de CO₂ y la purificación del aire, contribuye al aumento de la concentración de estos gases, ya que al haber menos árboles, se reduce su capacidad para absorber el CO₂. Este gas puede quedarse en la atmósfera cientos de años, atrapando el calor y haciendo que la Tierra se caliente más.

Metano (CH4)

Es otro gas de efecto invernadero, aunque está menos presente en la atmósfera que el CO₂. Comparado con este último, el metano tiene más capacidad para retener el calor. Se libera cuando las vacas y otros animales digieren su comida, en los vertederos cuando los residuos orgánicos se descomponen y cuando se extrae gas y petróleo del suelo. Aunque no dura tanto tiempo en el aire como el CO₂, su impacto en el calentamiento global es muy grande.

Óxido nitroso (N2O)

Este es un gas muy poderoso que atrapa mucho calor, hasta 300 veces más que el CO₂. Se produce principalmente cuando los agricultores usan fertilizantes nitrogenados en los cultivos para hacer que las plantas crezcan más rápido. También proviene de algunos procesos industriales. Aunque no se genera en grandes cantidades, su efecto en el cambio climático es muy fuerte.

Gases fluorados

Se incluyen en este tipo los hidrofluorocarburos, perfluorocarburos, hexafluoruro de azufre y trifluoruro de nitrógeno. Se trata de un grupo de gases creados por los humanos que se usan en aparatos como neveras o aires acondicionados y en fábricas de productos electrónicos. Son menos comunes que el CO₂ o el metano, pero su capacidad para atrapar calor es enorme. Además, algunos de estos gases pueden durar miles de años en la atmósfera, haciendo que el planeta se caliente aún más.

¿Qué pasa con el vapor de agua?

El vapor de agua también es un gas de efecto invernadero, pero es diferente a los demás porque su cantidad en el aire cambia naturalmente. Se forma cuando el agua de los océanos, ríos y lagos se evapora por el calor del sol y luego vuelve a caer en forma de lluvia. A medida que la Tierra se calienta por otros gases, también hay más vapor de agua en la atmósfera, lo que puede hacer que el calentamiento sea aún mayor.

Impacto de los gases de efecto invernadero en el calentamiento global

Desde que las personas comenzaron a usar carbón, petróleo y gas para obtener energía, hemos liberado más CO₂ y otros gases en la atmósfera. Esto ha hecho que la concentración de gases de efecto invernadero sea mayor, atrapando más calor y elevando la temperatura de la Tierra más de lo normal. Para comprender mejor la atmósfera y el efecto invernadero, el MITECO pone a disposición varios recursos didácticos como modelos de simulación, experimentos y actividades. Por su lado, la Red de ciudades por el clima también ofrece ejercicios prácticos (Plan de reducción de CO₂, El aire que respiramos o Efectos del CO₂) que tratan directamente temas relacionados con este fenómeno.

Incremento de la temperatura global

Desde la revolución industrial, la temperatura promedio del planeta ha aumentado más de 1°C, y sigue en ascenso. Superar los 1,5 °C se considera un punto crítico porque marca el umbral a partir del cual los impactos del cambio climático se vuelven significativamente más graves. En los últimos 18 meses, desde junio de 2023, la temperatura media de la Tierra ha sido al menos 1,5°C más alta que en la época preindustrial (1850-1900). El año 2024 fue el más caluroso registrado, con 12 meses consecutivos por encima de 1,5°C, y se considera el año más caliente desde 1940. A pesar de que en 2025 se esperaba más frío, enero de 2025 fue el enero más cálido de la historia, con 1,75°C más que el promedio preindustrial.

Cambios en los patrones climáticos

El calentamiento global está cambiando el clima de la Tierra. Por ejemplo, en algunas partes del mundo las lluvias se están volviendo más intensas, lo que puede causar inundaciones. En otras áreas las sequías son más largas, lo que dificulta el crecimiento de las plantas y la obtención de agua. Estos cambios afectan a la agricultura, la disponibilidad de agua y aumentan el riesgo de desastres naturales.

Consecuencias ambientales y sociales

Los cambios en la temperatura de la tierra y en el clima tienen varias consecuencias. Una de ellas es el deshielo de los polos, lo que provoca que el nivel del mar suba y pueda inundar áreas costeras. Además, algunas especies de animales y plantas no pueden adaptarse a estos cambios con la suficiente rapidez, lo que puede llegar a provocar una pérdida de biodiversidad. Las personas también se ven afectadas, especialmente aquellas que viven en lugares vulnerables, ya que pueden perder sus hogares debido a inundaciones o sequías. Además, el cambio climático también supone riesgos para la salud como el aumento de la mortalidad (muertes) y morbilidad (enfermedades) relacionadas con el calor del verano o peligros relacionados con cambios de la calidad del aire y el ozono.

Las emisiones de gases pueden reducirse mediante la transición a energías renovables, la eficiencia energética y adoptando hábitos más sostenibles

¿Cómo reducir las emisiones de gases de efecto invernadero?

Transición a energías renovables

Las energías renovables son aquellas que se obtienen de fuentes naturales y que no se agotan, como el sol, el viento y el agua. A diferencia de los combustibles fósiles, como el carbón y el petróleo, las energías renovables no liberan gases contaminantes al ambiente, lo que ayuda a reducir las emisiones de CO₂. Por ejemplo, los paneles solares convierten la luz del sol en electricidad, y los aerogeneradores o molinos de viento usan la fuerza del viento para generar energía. Estas fuentes de energía limpias son clave para combatir el calentamiento global, ya que no contribuyen al efecto invernadero.

Eficiencia energética en sectores clave

La eficiencia energética significa hacer un mejor uso de la energía para que se necesite menos para realizar una tarea. Por ejemplo, en casa, podemos usar electrodomésticos que consuman menos energía, como bombillas LED, que usan menos electricidad que las bombillas tradicionales. Y, en las escuelas, se recomienda aprovechar al máximo la luz natural y, en épocas de frío extremo, bajar las persianas y cerrar las ventanas cuando el colegio esté cerrado. También podemos mejorar el transporte público, haciendo que los autobuses y trenes utilicen menos energía y sean más rápidos, para que las personas no necesiten usar tantos coches de combustión. En las fábricas, se pueden mejorar los procesos para reducir el gasto de energía. Si consumimos menos energía, también liberamos menos gases de efecto invernadero.

Captura y almacenamiento de carbono

Esta es una tecnología que se usa para atrapar el CO₂ antes de que llegue a la atmósfera. En lugar de dejar que se libere en el aire, se captura y se almacena bajo tierra, en lugares seguros donde no puede escapar. Esta tecnología es importante porque permite seguir utilizando algunos procesos industriales y energéticos sin aumentar las emisiones de gases de efecto invernadero. Aunque está en desarrollo, esta podría ser una herramienta clave para reducir la cantidad de CO₂ en el aire y combatir el cambio climático.

Reducir emisiones agrícolas y ganaderas

Las actividades agrícolas y ganaderas, como el cultivo de alimentos y la cría de animales, producen gases como el metano y el óxido nitroso, que son muy potentes para el cambio climático. Cambiar las prácticas agrícolas para hacerlas más sostenibles, como usar menos fertilizantes y mejorar la manera de cultivar, puede ayudar a reducir estas emisiones. Además, al reducir el consumo de carne, que tiene un impacto ambiental muy grande debido a la cría de animales, podemos disminuir la cantidad de gases liberados. Adoptar dietas más sostenibles que incluyan más vegetales también contribuye a un menor impacto en el planeta.

Medidas individuales y colectivas

Cada uno de nosotros puede contribuir a combatir el cambio climático y reducir la huella de carbono, es decir, la cantidad de gases de efecto invernadero que una persona, entidad o producto, emite de manera directa o indirecta. En Internet hay varias calculadoras de huellas de carbono, tanto para el cálculo de la huella de las organizaciones como para evaluar nuestras acciones individuales, que pueden orientarnos y ayudarnos a tomar decisiones que reduzcan nuestro impacto. En esta línea el portal de la ONU Actúa ahora ofrece varios consejos para ello. Por ejemplo, usar el transporte público, comer más verduras, tirar menos comida, o ahorrar energía en casa. A nivel colectivo, podemos exigir que los gobiernos y las empresas adopten políticas que protejan el medio ambiente. Si todos tomamos pequeñas acciones, podemos lograr un gran cambio. Estas medidas no solo ayudan a reducir las emisiones, sino que también promueven un estilo de vida más sostenible.

Conclusiones sobre los gases de efecto invernadero

Los gases de efecto invernadero son cruciales para mantener la temperatura de la Tierra adecuada para la vida, aunque su exceso está provocando un calentamiento global peligroso, con efectos negativos en el clima y los ecosistemas. Por eso, como individuos y sociedad debemos colaborar y aportar nuestro granito de arena, con el objetivo de restaurar el equilibrio natural de nuestro planeta. Texto: Arantza García

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