Última hora ambiental

Isabel Moreno: «El reto es explicar la preservación de la capa de ozono sin confundirlo con el cambio climático»

Isabel Moreno

Con motivo del día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono hablamos con la física y meteoróloga Isabel Moreno sobre el éxito colectivo en la conservación y regeneración de la capa de ozono. Un mensaje de esperanza para los alumnos que no debe hacernos olvidar más compleja lucha global contra el cambio climático.

El pasado 2020 se cumplieron 35 años de la Convención de Viena y su consiguiente Protocolo de Montreal. Un caso casi único de acuerdo global y decidido con vistas a atajar un problema ambiental: la destrucción paulatina de la capa de ozono. Se prohibieron entonces los clorofluorocarburos (CFC), esos gases (utilizados en aerosoles y sistemas de refrigeración) que estaban provocando un agujero en la atmósfera. Disparando así los efectos negativos de la radiación ultravioleta: más cáncer de piel, daños inmensos en la flora… Experta en cambio climático, graduada en Física con máster en Meteorología, Isabel Moreno tiene una gran vocación de comunicadora que canaliza en programas como Aquí la Tierra (RTVE) o a través de actividades de educación ambiental.

Última Hora Ambiental. El Protocolo de Montreal se alza como ejemplo de acción colectiva en la defensa del medioambiente.

Isabel Moreno. El balance es muy positivo y pone de manifiesto que, cuando se quiere, se puede. Pero no podemos perder el foco, olvidar que el problema que teníamos con la capa de ozono se podía solucionar de forma, entre comillas, fácil. Sabíamos cuál era el problema: se está destruyendo la capa de ozono. ¿Por qué? Porque emitimos unos gases que destruyen el ozono. Vale, dejemos de emitir estos gases y sustituyámoslos por otros. La dificultad viene cuando mezclamos conceptos y trazamos una equivalencia entre la protección de la capa de ozono y el cambio climático, que es mucho más difícil de abordar.

La dificultad viene cuando mezclamos conceptos y trazamos una equivalencia entre la protección de la capa de ozono y el cambio climático

UHA. Y requiere de un compromiso mucho más ambicioso que el alcanzado para la preservación de la capa de ozono.

IM. Ambos conceptos tienen fuentes comunes y están relacionados, pero no son lo mismo. El Protocolo de Montreal atajó un problema que podría haber tenido consecuencias muy graves. Sin él, sin sus medidas rápidas y eficaces, la capa de ozono estaría ahora tremendamente mermada. Los CFC eran además gases de efecto invernadero. De no haber hecho nada, la temperatura en el planeta hubiera aumentado más de 1ºC. Pero adoptar medidas para reducir la emisión de CO2 —principal causa del cambio climático, siendo además un gas que permanece en la atmósfera mucho más tiempo que los CFC— se antoja enormemente más difícil.

UHA. El CO2 está mucho más extendido de lo que estaban los CFC.

IM. Nuestra civilización se ha construido gracias a los combustibles fósiles, y sustituirlos es muy complicado. Pensemos en los coches eléctricos. Imaginemos que sustituyen por completo a los coches de combustión. Para cargarlos, a día de hoy las energías renovables no podrían abastecer, ni de lejos, esa demanda eléctrica. Hemos de ser muy cuidadosos al hacer analogías entre el Protocolo de Montreal y los protocolos necesarios para limitar la emisión de gases de efecto invernadero. Hay que ser consciente de que es complicado, aunque, ni mucho menos, imposible.

No es nada fácil, en una sociedad que vive tan rápido, tomar medidas para prevenir lo que no vamos a ver

UHA. Parece que la capa de ozono podrá recuperarse casi totalmente. Sin embargo, otros efectos de la actividad humana sobre el medioambiente son ya irreversibles.

IM. Estamos acostumbrados a solucionar las cosas. Me hago un corte, me pongo una tirita. Esto se cura, esto se arregla, algo inventarán… El cambio climático no funciona así, ya que opera bajo un sistema tremendamente grande y con muchísimas interacciones, pasando a estadios que no podemos revertir. Y muy a largo plazo: el aumento de las temperaturas que vemos ahora es consecuencia de las emisiones de CO2 de hace décadas, que eran inferiores a las actuales, cuyos efectos veremos en un futuro que nos parece lejano. No es nada fácil, en una sociedad que vive tan rápido, tomar medidas para prevenir lo que no vamos a ver.

UHA. Esa causa-efecto tan clara y simple en la preservación de la capa de ozono, ¿hace que el tema sea especialmente atractivo para la educación ambiental en casi cualquier edad?

IM. Desde luego que es el fenómeno más fácil de explicar. Y además está medio resuelto. El gran reto es explicarlo sin confundirlo con el cambio climático. En cuanto a conciencia ambiental, el problema es que ya no podemos usar CFC porque están prohibidos, así que los chavales no pueden contribuir a solucionar nada. Pero sí sirve para lanzar un mensaje de esperanza, para contar que se puede llegar a acuerdos y prohibir cosas, aunque en este caso fuera relativamente fácil.

UHA. ¿Puede el profesor o la profesora lanzar ese mensaje de esperanza al hablar a sus alumnado de medidas más ambiciosas en la lucha contra el cambio climático? ¿Eres optimista respecto a una voluntad global de transformación?

IM. Moderadamente. Nosotros los científicos poco más podemos hacer. Existe un enorme consenso y llevamos advirtiendo de las consecuencias del cambio climático mucho tiempo. El siguiente paso sería crear algo que quite CO2 de la atmósfera. Pero esta tecnología no existe. No podemos confiar en que la ciencia nos vaya a salvar de esta, hoy en día sería ciencia ficción. La situación es muy mala y excede por completo a la ciencia: es sociedad, política, educación, economía…

Es en el debate cuando se toca la tecla que hay que tocar para hacer los cambios, que tiene más que ver con la emoción, cuando uno se identifica con el problema y se siente parte de la solución

UHA. En tu experiencia, ¿qué funciona mejor para trasladar a los jóvenes la trascendencia del reto al que nos enfrentamos?

IM. Los debates. Con los alumnos, pero, sobre todo, con el profesorado. En mis charlas con docentes, el momento más fructífero es cuando termina mi intervención y la gente empieza a preguntar, formando un debate. Se genera un espacio en el que cada uno puede aprender qué puede hacer. Es en el debate cuando se toca la tecla que hay que tocar para hacer los cambios, que tiene más que ver con la emoción, cuando uno se identifica con el problema y se siente parte de la solución.

La recuperación de la capa de ozono es el mejor ejemplo de cómo el esfuerzo colectivo puede ofrecer grandes resultados en la defensa del medioambiente. «Pero no podemos perder el foco y olvidar que el problema que teníamos con la capa de ozono se podía solucionar de forma, entre comillas, fácil», nos recuerda Isabel Moreno. Hay muchos retos relacionados con el cambio climático y es fundamental trasladar su relevancia al aula y fomentar el debate entre los alumnos y los profesores.

Desde Mi aula Naturaliza os proponemos un recurso didáctico donde relacionamos algunos de los órganos de los sentidos con la “piel de la Tierra”, la atmósfera. Os recomendamos la sesión doble de 50 minutos El abrigo de la tierra, dirigida a alumnado de 3º de Primaria, donde a través de actividades de experimentación relacionamos, por ejemplo, la función de protección de nuestra piel con la función de protección que tiene la atmósfera sobre la Tierra. La sesión finaliza con una reflexión sobre las actividades individuales y la participación en acciones colectivas para evitar el incremento del efecto invernadero y el calentamiento global.

Texto: Rodrigo Santodomingo