A lo largo de ambas sesiones es importante reflexionar sobre la a importancia de valorar las consecuencias ambientales a la hora de tomar decisiones tanto de compra como a la hora de deshacernos de nuestras basuras. Todo ello empleando como ejemplo situaciones de consumo que puedan resultar familiares. Los ejemplos que aparecen en estas actividades pueden ampliarse compartiendo experiencias propias en el aula. Así mismo es relevante incorporar como avances para el progreso de la sociedad aquellas prácticas, avances, o tecnologías que nos permiten reducir los impactos ambientales.

  • Ciclo de vida de algunos productos de uso cotidiano y sus consecuencias ambientales

El consumo de bienes y servicios tiene un elevado coste ambiental tanto en su fase de producción como, posteriormente, la gestión de los residuos que se generan. Estos costes ambientales (y sociales) son consecuencia tanto de nuestro modelo de consumo como del de producción, siendo mayor el impacto en el llamado modelo lineal de producción, o lo que es lo mismo, el modelo de usar y tirar.

El concepto de ciclo de vida nos permite visualizar el impacto ambiental global de un producto a través del análisis de sus diferentes etapas:

  • Extracción de materias primas y producción: a los impactos directos (grandes movimientos de tierra, consumo y contaminación de aguas, deforestación…) hay que añadir los relacionados con el consumo energético, el transporte de las materias primas o los tratamientos físico/químicos para su transformación en materiales.
  • Fabricación y manufactura del producto: impactos como la generación de residuos industriales de todo tipo (incluidos tóxicos y peligrosos), la contaminación de agua (aguas residuales) y la atmósfera (directa o indirectamente por consumo de energía y transporte).
  • Embalaje y distribución: su impacto estará en función de las características del envase utilizado. Por ello es clave el diseño del envase (tipo de material, peso, volumen, integración de aspectos ambientales en su diseño como sus posibilidades de reutilización o reciclado). Este diseño influye, a su vez, en la eficiencia del transporte y, por tanto, en el impacto producido durante su distribución (principalmente emisión de gases a la atmósfera).
  • Uso y mantenimiento: incluye aspectos relacionados con la cantidad de energía y agua consumidas por el uso.
  • Fin de vida: el impacto en esta etapa estará directamente relacionado con las posibilidades de reutilización, reciclaje o valorización energética (incineración con generación de energía eléctrica) del producto o sus componentes, así como del tipo y la cantidad de materiales depositados en vertedero.

Desde esta perspectiva es desde donde planteamos la respuesta a las preguntas que hacemos ¿Crees que las decisiones del protagonista pueden afectar al planeta Tierra? ¿Y a otras personas?

Algunas de las afecciones al planeta serían:

  • La basuraleza (abandono de residuos en la naturaleza) deteriora el hogar de animales y plantas.
  • Se contamina el, agua, la atmósfera y el suelo para fabricar los productos o sus envases.
  • Se incrementa la emisión de gases invernadero relacionados con el transporte y la producción de materiales, por lo que se contribuye al calentamiento global.
  • Los envases que no se reciclan podrían acabar en el río o en el mar.

En cuanto a la afección a otras personas podemos destacar:

  • La contaminación del agua, atmósfera y suelo afecta negativamente a la salud de las personas.
  • Estar en sitios donde hay basura tirada nos resulta desagradable. Puede ser también fuente de plagas como ratas o ratones.

En cuanto a las posibles alternativas para disminuir el impacto sobre la Tierra, éstas pasan en general por reducir los impactos asociados a la producción evitando comprar o consumir productos o servicios que no sean realmente necesarios. También por reducir la cantidad de residuos generados seleccionando en la medida de lo posible productos que no tengan un exceso de embalajes. En lugar de ello podemos seguir utilizando lo que ya tenemos mientras esté en buen estado o funcione, intercambiarlo (por ejemplo, a través de mercadillos de juguetes, libros, ropa…) y separando nuestra basura y echándola al contenedor adecuado para que pueda reciclarse.

Podemos resumir estas alternativas en la regla de las 3R’s:

  • La Reducción de los residuos (evitando compras innecesarias o eligiendo aquellos productos que generen menor cantidad de residuos)
  • La Reutilización de productos antes de dar por finalizada su vida útil;
  • El Reciclaje de los residuos para que vuelvan a utilizarse con su fin inicial, o para otros fines (de manera que puedan ser utilizados como materia prima o como un nuevo producto).

 

  • La utilidad de algunos avances para el progreso de la sociedad

Los principales beneficios ambientales de la Economía circular son:

  • Reducción del impacto directo de la extracción de materias primas
  • Reducción del impacto indirecto de la extracción de materias primas y de sus procesos de transformación y transporte, asociados a la energía consumida, la contaminación o el consumo de agua.

Dichos impactos son los reflejados en la infografía del Ciclo de vida de los productos.

  • Ampliación de la regla de las 3R’s al concepto multi-R de la economía circular

El término economía circular se utilizó por primera vez en 1980 para describir un sistema cerrado de interacciones entre economía y medio ambiente. Se trata de implementar una nueva economía, circular – no lineal-, basada en el principio de cerrar el ciclo de vida de los productos, los servicios, los residuos, los materiales, el agua y la energía. Es decir, optimizar el consumo de materias primas y energía y reducir la producción de residuos cerrando ciclos mediante su reciclaje y proporcionando alternativas no vinculadas al consumo de recursos finitos.

Su objetivo es que el valor de los productos, los materiales y los recursos (agua, energía…) se mantenga en la economía el mayor tiempo posible, y que se reduzca al mínimo la generación de residuos. Esta concepción de la economía abarca desde la producción y consumo de bienes y servicios al cambio de combustibles fósiles al uso de la energía renovable.

En la economía circular los productos se piensan, se diseñan y se fabrican teniendo en cuenta toda su vida útil: producción, transporte, distribución y fin de vida. Asistimos a un cambio de modelo productivo en el que se pone el énfasis en que los productos puedan ser desmontados, reparados, actualizados, etc. para prolongar al máximo su vida útil.

Esto significa pasar del modelo de las 3R’s (reducción – reutilización – reciclaje) a uno que:

  1. rediseñe para reducir la huella ecológica, mejorar la durabilidad del producto, su reciclado, sus posibilidades de reparación, etc.;
  2. renueve, devolviendo a un producto usado al menos su rendimiento original, lo que lo diferencia del producto de segunda mano; algo así como transformar lo usado en “nuevo”;
  3. repare los productos averiados o deteriorados;
  4. reduzca la cantidad de residuos que se generan;
  5. reutilice, vuelva a usar un producto nuevamente;
  6. recicle, utilice de nuevo el material del que está hecho un producto determinado para convertirlo en algo útil;
  7. recupere la energía, fundamentalmente a partir del calor generado en la incineración de los residuos.

En diciembre de 2015 la Comisión Europea presentó la comunicación Cerrar el círculo: un plan de acción de la UE para la economía circular [1] que trata de impulsar y sentar las bases para la transición hacia una economía circular en la cual “el valor de los productos, los materiales y los recursos se mantengan en la economía durante el mayor tiempo posible y en la que se reduzca al mínimo la generación de residuos.

Desde el punto de vista de avances para el progreso de la sociedad, la economía circular propone un modelo económico en mayor equilibrio con el medio ambiente que tiene como consecuencias directas:

  • La reducción del consumo de recursos materiales y energía, y por tanto la reducción de los impactos asociados como el calentamiento global, la pérdida de biodiversidad o el agotamiento de recursos naturales no renovables.
  • La reducción de la contaminación de aire, agua y suelo asociada a los procesos productivos, que inciden directamente en beneficios para la salud humana.

 

  • Criterios para un consumo consciente y responsable desde el punto de vista ambiental

El consumo consciente implica ser capaz de reconocer y comprender las implicaciones ambientales y sociales de las distintas fases del ciclo de vida de los productos a los que tenemos acceso como consumidoras. Un paso previo y necesario hacia el consumo responsable y transformador. Podemos facilitar el consumo consciente preguntándonos sobre

  • La necesidad de adquirir el producto o servicio: ¿qué es lo que necesito? ¿lo necesito realmente o puedo pasar sin él?, ¿cubre mis necesidades o mis verdaderas necesidades son otras? ¿tenemos ya otra cosa que se parezca y que nos sirva?
  • Las características del producto: ¿cómo se ha fabricado? ¿es ecológico? ¿tiene incorporados criterios de ecodiseño? ¿ha viajado miles de kilómetros hasta llegar hasta mí? ¿se puede reutilizar o reciclar?…
  • Las alternativas a la compra: ¿podríamos intercambiarlo por otra cosa? ¿podríamos conseguirlo de segunda mano? ¿hay algún sitio donde lo presten o lo alquilen?…

El consumo responsable, por su parte, implica tener en cuenta las repercusiones socioambientales a la hora de elegir entre las distintas opciones de consumo que ofrece el mercado. Es decir, actuar en consecuencia como consumidores para alcanzar una mayor sostenibilidad ecológica y social.

De entre las numerosas recomendaciones para un consumo responsable podemos destacar:

  • Adquirir sólo lo necesario y leer las etiquetas para informarse;
  • Utilizar los productos hasta su final de vida. Donarlos, regalarlos o venderlos cuando ya nos los vayas a utilizar;
  • Reutilizar y reciclar separando correctamente los residuos;
  • Elegir productos locales y alimentos de temporada;
  • Evitar marcas que emplean mano de obra infantil o condiciones laborales que no respetan los derechos humanos de sus trabajadoras y trabajadores;
  • Optar en la medida de lo posible por productos de comercio justo, de agricultura ecológica o agroecológicos;
  • Elegir electrodomésticos de bajo consumo (etiqueta energética A) a la hora de su adquisición. Evitar los pequeños electrodomésticos eléctricos (abrelatas, cuchillos, …);
  • Utilizar energías procedentes de fuentes renovables y limpias (eólica, solar);
  • Caminar o utilizar la bicicleta para trayectos cortos y el transporte colectivo para los viajes largos;
  • Poner en práctica hábitos sencillos de reducción del consumo de electricidad y agua (cerrar, grifos, apagar luces, etc.).

[1] https://eur-lex.europa.eu/resource.html?uri=cellar:8a8ef5e8-99a0-11e5-b3b7-01aa75ed71a1.0011.02/DOC_1&format=PDF