El riesgo de colapso ambiental en el s. XXI

Causas y consecuencias de colapso socioambiental

A lo largo de la historia han sido varias las civilizaciones que han llegado a situaciones de colapso. No en todos los casos están claras las causas, pero sí parece que un elemento común o predominante ha sido la sobreexplotación de los recursos naturales.

Encontramos ejemplos en épocas muy anteriores, como el de la Isla de Pascua en el que, según algunas teorías, la sobreexplotación de los recursos naturales (pérdida de fertilidad del suelo, escorrentía…) ocasionó el desequilibrio del ecosistema llevando a su población humana al borde de la extinción. Aunque es cierto que últimas investigaciones atribuyen el colapso no sólo a la sobreexplotación de recursos, sino a un conjunto de factores culturales, climáticos y ecológicos y también a la invasión por parte de los europeos.

En el siglo XX es inevitable destacar el caso del Mar de Aral, considerado uno de los mayores desastres socioambientales causados por la acción humana. Los recursos del lago, pesca y agua para el abastecimiento mantenían las poblaciones locales en equilibrio con el medio. En los años 60, la antigua URSS inició un proyecto que desvió las aguas de los ríos que alimentaban el lago para el regadío de campos de algodón y arroz, lo que finalmente terminó desecando este mar interior, convirtiendo humedales cercanos en desiertos y reduciendo también el agua subterránea. La pérdida de los recursos naturales supuso la pérdida de sustento de las poblaciones locales, ocasionando graves enfermedades y mermando tremendamente la población.

Y sin irnos tan lejos, el Mar Menor de la Región de Murcia, en el año 2016 sufrió uno de los episodios más recientes de colapso, llevando el ecosistema acuático al límite en cuanto al nivel de eutrofización (debido a la escorrentía de aguas procedentes de cultivos de la zona) afectando a numerosas especies, al sector pesquero y al sector turístico, siendo este último uno de los principales motores económicos de la región.

Por lo tanto, no es la primera vez que la humanidad se enfrenta a situaciones límite. La diferencia, con respecto al pasado, es que, en la actualidad, los colapsos además de tener efectos a nivel local se dan también, en algunos casos, a escala planetaria, lo que supone un gran riesgo para la supervivencia de numerosas especies, incluida la nuestra. Esto es debido a la intensidad de las interconexiones globales, y a que la capacidad del ser humano de alterar el entorno es cada vez mayor.

Una de las principales alteraciones planetarias es la que estamos produciendo en el clima, debido al aumento de gases de efecto invernadero por la quema de combustibles fósiles. El mundo industrializado ha conseguido que la concentración de estos gases haya aumentado un 30% desde el siglo pasado, cuando, sin la actuación humana, la naturaleza se encargaba de equilibrar las emisiones (MAPAMA, 2008). La regulación del clima es un proceso en el que es fundamental mantener el delicado y complejo equilibrio entre sus elementos, ya que están interconectados a través de bucles de retroalimentación. La alteración de ese equilibrio puede desencadenar consecuencias cuya magnitud es difícil prever.

Por lo tanto, estamos llevando, no ya un ecosistema concreto a su límite, sino el conjunto del planeta, poniendo en riesgo su funcionamiento a escala global. Y no debemos olvidar, que somos seres ecodependientes, que nuestra supervivencia depende del estado de conservación de los ecosistemas y de la capacidad de estos de prestar servicios ambientales.

Las causas fundamentales que nos acercan al colapso son el aumento de población humana a nivel global, acompañado de un abuso del consumo de recursos y energía. Así pues, estamos provocando el agotamiento de recursos, generando contaminación, degradando los hábitats, degradando el suelo cuya pérdida se considera ya irreversible, etc. Y esto, a su vez, impulsa fenómenos como el cambio climático, la alteración de la dinámica de las poblaciones naturales, la pérdida de biodiversidad, la alteración de los ciclos biogeoquímicos, etc. englobados bajo el término “cambio global” que hace referencia al “impacto de la actividad humana sobre los procesos fundamentales que rigen el funcionamiento de la biosfera” (Duarte, C., 2018). Las consecuencias sobre el bienestar humano son muy variadas: disminución de las reservas de agua dulce, aumento de episodios y riesgos climáticos extremos, pérdida de seguridad y soberanía alimentaria, enfermedades e infecciones, etc.

En definitiva, el actual modelo de desarrollo socioeconómico de las sociedades agro-urbano-industriales, está sobrepasando los límites de los sistemas naturales, ya que, por un lado, extrae recursos finitos o recursos renovables a un ritmo que no permite su regeneración natural, y, por otro lado, produce cantidades ingentes de residuos que los sistemas naturales no son capaces de asimilar. Algunos datos que reflejan esta situación son, por ejemplo, las cifras de huella ecológica a escala global de 2,84 hag por persona (hectáreas globales), lo que se traduce en que para mantener el modo de vida medio mundial necesitamos 1,69 planetas Tierra. Por lo tanto, queda patente que estamos por encima de la biocapacidad del planeta (1,68 hag por persona, y un solo planeta, lógicamente). Los datos a nivel de España tampoco son nada alentadores ya que la huella ecológica es de 3,81 hag/persona. Expresado de otro modo: si la población mundial consumiese como España se necesitarían 2,3 planetas.

Desde los años 70 algunas personalidades del ámbito científico vienen alertando sobre esta extralimitación en los sistemas naturales, como se recoge en el Informe Meadows de 1972, en el que se concluía que:

“Si la industrialización, la contaminación ambiental, la producción de alimentos y el agotamiento de los recursos mantienen las tendencias actúales de crecimiento de la población mundial, este planeta alcanzará los límites de su crecimiento en el curso de los próximos cien años. El resultado más probable sería un súbito e incontrolable descenso, tanto de la población como de la capacidad industrial”.

Cabe destacar que, en este, y en numerosos estudios posteriores, las predicciones anunciadas finalmente se han ajustado con bastante precisión a la realidad. En el siguiente gráfico (Turner, G., 2008) se pueden observar para diferentes variables las tendencias históricas, las predichas y las observadas realmente. Exceptuando los recursos no renovables, que llevan en proceso de disminución en los últimos años, en el resto de las variables se observa una tendencia ascendente: alimento per cápita, servicios per cápita, productos industriales per cápita, lo cual pone de manifiesto el desarrollo económico del siglo XX (mayor poder adquisitivo, mayor consumo, aumento de la esperanza de vida, etc.) pero en detrimento de la conservación de los ecosistemas.

En este segundo gráfico (Meadows, D.H., Meadows, D.L., Randers, J. y Behrens, W, 1972) se observa claramente, que, a pesar de los avances tecnológicos, si continuamos sosteniéndonos bajo los modelos de consumo y producción actuales, en un futuro no muy lejano el descenso severo del alimento disponible es inevitable.

Breve reseña sobre la historia contemporánea de España en el contexto económico y ambiental

La Edad Contemporánea (Era industrial y postindustrial, o Era de la Información) está caracterizada por las transformaciones sociales, culturales, políticas y económicas, por la presencia de la industria y por la constante evolución de los medios de comunicación y de transporte. El comienzo del uso de combustibles fósiles, en primer lugar, el carbón, como principal fuente energética en el s. XVIII, marca el comienzo de la Revolución Industrial con el uso de las máquinas de vapor, que conlleva el paso de una sociedad agrícola a una sociedad industrial. Aunque en España no ocurre hasta el s. XIX, manteniéndose como una sociedad predominantemente agrícola hasta mediados del siglo XX.

Es alrededor de mediados del s. XIX cuando el capitalismo se consolida en el Norte Global como el sistema económico predominante, ligado al uso masivo de combustibles fósiles (altamente energéticos y baratos). Poco a poco se va sustituyendo el carbón por el petróleo como principal fuente de energía, a principios-mediados del siglo XX. Esta fuerte dependencia hace que en 1973 se dé una crisis mundial relacionada con la superación del pico de petróleo ya que cada vez más procesos dependen de esta fuente de combustible, incluso la agricultura, tanto para la maquinaria agrícola como para la elaboración de fertilizantes, es lo que se conoce como “Revolución Verde” alrededor de los años 60.

Desde mediados de siglo XX hasta la actualidad destaca el desarrollo tecnológico, fuertemente dependiente de energía y de recursos minerales limitados, así como la globalización económica. Esta fuerte dependencia de combustibles fósiles próximos a su agotamiento nos sitúa en una posición delicada si pretendemos mantener el estilo de vida predominante de las sociedades agro-urbano-industriales, ya que conlleva graves impactos socioambientales y genera grandes situaciones de desigualdad e injusticia social entre países y personas.

¿Dónde están los límites?

A continuación, añadimos una breve reseña de apoyo a los hitos socioambientales del mural que proponemos elaborar en la actividad 1.2 ¿Dónde están los límites? para que puedas transmitirla a tu alumnado:

  • Informe “Límites del crecimiento” (Club de Roma, 1972): puedes consultar información al respecto en el apartado Causas y consecuencias de colapso sociaoamiental de los contenidos ambientales, el Informe del Club de Roma es el Informe Meadows.
  • Agenda 2030 (ONU, 2015): estrategia adoptada por la Asamblea General de la ONU en 2015 que aprueba un plan de acción para el Desarrollo Sostenible, que integre las personas, el planeta, el acceso a la justicia y la paz. Cada país fija sus propias metas, enmarcadas estas dentro de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Para más información puedes consultar esta web.
  • Movimiento Fridays for Future (15 M 2019): es un movimiento estudiantil contra el cambio climático impulsado por una joven sueca de 16 años. De alcance global ha llegado también a nuestro país y varias ciudades españolas se han sumado a las concentraciones desde este mes de febrero. Para más información puedes consultar esta web.

En cuanto a las tarjetas sobre Capitalismo, globalización, petróleo como principal fuente de energía, etc., son referidos a los países del Norte Global, pero no se ha explicitado en las tarjetas para no añadir más complejidad a la actividad.

Actividad 1.3 Un futuro por construir

En la actividad 1.3 se pretende que el alumnado reflexione y formule una hipótesis sobre cuál cree que va a ser la tendencia a futuro de la disponibilidad de alimento. Puedes elegir otra variable, si lo consideras más adecuado, basándote en la información de la primera gráfica del contenido ambiental anterior (Causas y consecuencias de colapso socioambiental). Podemos analizar 3 escenarios de futuro posible:

  • Crecimiento continuo (futuro ficticio): prometido, aunque irreal. No plantea cambios en el modelo socioeconómico actual y continúa ignorando los límites de los sistemas naturales como si la supervivencia y el bienestar humano fueran independientes del estado de conservación de los ecosistemas, cuando el ser humano es ecodependiente.
  • Colapso (futuro destruido): el más probable según los estudios sobre predicciones, si no se plantean cambios en el modelo socioeconómico actual. Supone un colapso del sistema, por desabastecimiento de recursos, disminución del alimento disponible y la pérdida de la capacidad de los ecosistemas de proporcionar servicios ambientales. Es un decrecimiento forzoso que implica un acusado descenso de la población humana. Nuestra sociedad sería injusta y desigual. Aunque en los primeros momentos se observa un ligero aumento, derivado de los avances tecnológicos, no se podrá evitar llegar a la situación de colapso porque la tecnología por sí sola no podrá solucionar los problemas socioambientales generados.
  • Sostenible (futuro por construir): posible, si actuamos ya, e impulsamos un cambio de modelo, asumiendo nuestra ecodependencia y respetando los límites biofísicos del sistema Tierra. Para ello, es imprescindible reducir el consumo de recursos y la generación de impactos, distribuyendo los recursos de forma equitativa para el conjunto de la humanidad y para el futuro. Nuestros modos de vida serían justos y sostenibles.

Para más información puedes consultar la teoría de Kate Raworth en los siguientes enlaces:

¿Cómo será la sociedad sostenible del futuro? Ideas para evitar el colapso socioambiental

Actividad 2.2 ¿Colapso? Ejemplo abejas

El caso que te proponemos para exponer como ejemplo previo a la actividad es el del despoblamiento de las colmenas. La desaparición de las abejas es una problemática actual que puede provocar un colapso del sistema a escala planetaria. Los insectos polinizadores son fundamentales para garantizar el mantenimiento de los cultivos y poder abastecer a la población mundial.

Las causas de su desaparición no están muy claras, pero parece existir una estrecha relación con el uso de pesticidas y plaguicidas. Además, los polinizadores silvestres (abejorro y avispas) también se están viendo afectados, por lo que los ecosistemas naturales también están siendo dañados. De momento los estudios indican que los factores de riesgo son múltiples (además del uso de pesticidas, también la presencia de agentes patógenos y el manejo de las colmenas).

La falta de datos precisos que afinen las causas concretas conlleva que las vías para abordar esta problemática tampoco estén bien definidas, pero sí parece que la disminución y regulación del uso de ciertos productos químicos es necesario.

A continuación, te proponemos que plantees a tu alumnado los 2 casos de análisis, que tratan sobre temas más concretos sobre los que sí pueden proponer algunas alternativas. En el recurso Solucionario “Análisis de casos” tienes una relación de diferentes medidas a aplicar sobre 2 problemáticas concretas (la contaminación atmosférica y la deforestación).

Ideas para evitar el colapso socioambiental

Para evitar llegar al colapso es necesario construir un modelo socioeconómico en armonía con el resto de los elementos del sistema Tierra, poner la “vida” en el centro de la vida y poner el límite de los procesos industriales y de la generación de residuos y contaminación, en el límite de los ecosistemas naturales.

La buena noticia es que podemos influir también de manera positiva sobre el entorno y en nuestro día a día, modificando aquellas acciones que tengan repercusiones negativas sobre el planeta. Esta transición de un modelo a otro ha de realizarse a diferentes escalas: individual y social y las problemáticas socioambientales actuales deben considerarse prioritarias en todas las agendas políticas.

A nivel individual los hábitos o actitudes proambientales se pueden englobar en torno a temas como: consumo en general, alimentación, energía, agua, movilidad, residuos, ocio, cuidado y respeto del entorno y los seres vivos.

Consumo:

  • Evitar los caprichos y el consumo innecesario (influenciado por la publicidad y/o por las personas de nuestro alrededor, por ejemplo, de moda y tecnología) y reflexionar sobre cuáles son nuestras necesidades reales.
  • Valorar si antes de comprar un determinado producto podemos disponer de él buscando para ello vías alternativas (alquiler o préstamo, uso compartido, etc.).

Alimentación:

  • Evitar el consumo excesivo de productos cárnicos.
  • Evitar el consumo de alimentos ultraprocesados y excesivamente envasados.
  • Consumir alimentos de producción local, ecológicos o procedentes de producciones agroecológicas.

Energía:

  • No despilfarrar energía apagando luces y aparatos electrónicos cuando no se estén utilizando.
  • Apagar también el stand-by de los aparatos (en caso contrario están consumiendo).
  • Utilizar con moderación los sistemas de calefacción y aire acondicionado.

Agua:

  • No malgastar agua ni ensuciarla innecesariamente, por ejemplo, no utilizar el váter como papelera, cerrar el grifo al cepillarse los dientes y ducharse en lugar de bañarse.

Movilidad

  • Priorizar el uso del transporte público colectivo, la bicicleta o el hecho de caminar en los desplazamientos diarios, por ejemplo, al centro educativo.

Residuos:

  • Aplicar las 3 Rs y posteriormente ir descubriendo el concepto multiR e incorporando el resto de Rs como hábito cotidiano.

Ocio:

  • Practicar ocio saludable para las personas y para el planeta, es decir, fomentar el ocio al aire libre, de movimiento y en grupo frente al ocio puramente consumista o el ocio tecnológico (que requiere de consumo de energía y dispositivos electrónicos) en interior y en el que se practican menos relaciones sociales.
  • Compartir y donar tus juguetes cuando ya no los utilices.

Cuidado del entorno y los seres vivos:

  • No tirar basura al suelo ya sea en un entorno urbano como en uno natural.
  • No molestar a las personas que también estén disfrutando de ese lugar ni a los animales (ser meros observadores/as).
  • No arrancar plantas.

Además de estos hábitos animamos a motivar al alumnado a que participe en su contexto socioambiental, a través de:

  • Interesarse por el conocimiento del medio natural y la importancia de su conservación para la supervivencia de la especie humana.
  • Informarse sobre si en el barrio o localidad existe alguna asociación ambiental y conocer sus proyectos y/o formar parte de ella.
  • En caso de que no exista, puede ser una buena oportunidad para crearla y contribuir a través de ella a la concienciación de la comunidad de personas del barrio o colegio.

A nivel administrativo, algunas propuestas son:

  • Informar, formar y concienciar a la población para afrontar las problemáticas socioambientales desde el conocimiento, tanto en el ámbito no formal como en el formal y a lo largo de la vida.
  • Elaborar programas que permitan a la ciudadanía conocer su entorno natural más próximo.
  • Incorporar el cumplimiento de criterios socioambientales en los procesos de adjudicación de proyectos.
  • Fomentar políticas que contribuyan a la puesta en el mercado de productos locales, ecológicos o más sostenibles y hacer que este tipo de productos sean asequibles para personas de todo tipo de situaciones económicas.
  • Hacer de las ciudades lugares sanos y habitables (planes de movilidad sostenible, gestión adecuada de recursos, existencia de grandes zonas verdes) y dotar a las zonas rurales de los recursos necesarios para minimizar las desigualdades.
  • Garantizar el cumplimiento de la legislación existente.
  • Fomentar procesos de participación y ciencia ciudadana.