- Concepto de huella hídrica.
La huella hídrica representa la cantidad total de agua dulce empleada en la producción de un producto o servicio. Incluye la cantidad de agua empleada de forma directa (agua que se ve) e indirecta (agua que no se ve) como la limpieza de instalaciones, el transporte… La huella hídrica incluye también la cantidad de agua que queda contaminada durante el proceso.
Cuando hablamos de huella hídrica individual (habitualmente expresada como huella hídrica/persona/día), hacemos referencia al gasto total de agua que suponen nuestras actividades cotidianas, que no es solamente la que ocupamos para ducharnos, preparar los alimentos o beber directamente, pues todo lo que consumimos (bienes, productos, servicios) requiere de agua para su producción.
Para poder calcular la huella hídrica individual de una persona se sumaría por tanto su consumo directo e indirecto de agua, en litros/día.
El consumo directo de agua se produce, principalmente cuando bebemos agua y cocinamos, nos aseamos, lavamos la ropa y la vajilla, hacemos uso de la descarga del wáter, regamos el jardín, lavamos el coche, llenamos la piscina, etc.
El consumo indirecto es la suma de las huellas hídricas de los distintos productos que empleamos a lo largo de nuestra vida diaria. Se produce, sobre todo, en:
- La electricidad que consumimos.
- Los combustibles (gasolina, gasoil, gas natural, etc.) que utilizamos.
- Nuestros alimentos y los de nuestras mascotas.
- Todos los productos de uso diario: ropa, productos de higiene, cosméticos, electrodomésticos, ordenadores, papel, etc.
- Los envases y embalajes de las bebidas, los alimentos y de todos los productos que consumimos.
- La gestión de los residuos que generamos.
Huella hídrica de la alimentación
La producción de alimentos requiere del uso y consumo del agua en distintas fases, tanto en la producción primaria (dar de beber a los animales o regar las plantas), la limpieza y saneamiento de las instalaciones agrícolas, ganaderas o industriales como en la transformación de alimentos (agua para hacer panes, pasta…), o el consumo de energía para su producción y transporte.
Al considerar la huella hídrica como la suma del consumo y uso del agua en todas las fases del proceso de producción de un alimento, las huellas hídricas de las producciones de carne resultan como norma general más elevadas que las de los vegetales ya que para alimentar a los animales domésticos es necesario producir vegetales y piensos cuya huella hídrica hay que sumar a la del resto del consumo de agua en la producción y procesamiento de carnes. Los cereales, la carne y la leche son los productos que más agua necesitan. Las diferencias entre distintos tipos de alimentos vegetales serán debidas a la cantidad de agua que precisen, las formas de cultivo, el clima en que se produzcan… En el caso de los animales, la producción de carne de ternera presenta una huella hídrica mucho mayor que carnes como la del cerdo o la de pollo.
El exceso de consumo por la población mundial de alimentos con una huella hídrica elevado como las hamburguesas o el chocolate provocarían la disminución del agua disponible para la naturaleza e incluso para los seres humanos (no sólo para beber, también para producir alimentos y otros productos que necesitamos como ropa o calzado). Esto no significa que nunca podamos comer una hamburguesa o un helado de chocolate, sino que debemos hacerlo de forma moderada atendiendo a nuestra salud y a la del mundo en que vivimos.
- Cambios de hábitos de consumo: Consumo responsable.
El análisis del ciclo de vida de los productos o las huellas ambientales son herramientas que facilitan la comprensión de la relación entre el consumo y el cambio global, poniendo de relieve los impactos indirectos asociados al consumo.
A pesar de los llamamientos a la sostenibilidad como principio, actuamos como si el sistema Tierra fuera una fuente inagotable de recursos donde depositar nuestros deshechos. En este sistema de recursos limitados, el uso creciente y acelerado de todo tipo de recursos naturales por una economía lineal y basada en el incremento del consumo es una de las principales causas de la actual crisis socioambiental.
Como ciudadanía, además de procurar utilizar una energía más limpia y renovable, reducir el consumo de agua, reducir el uso de vehículo particular, compartir vehículo o utilizar el transporte público o participar en la mejora de la gestión de nuestros residuos, también debemos aprender a cambiar nuestros hábitos de consumo evitando caer en el excesivo consumo.
Tomar conciencia de la relevancia de nuestras elecciones como consumidores, de sus repercusiones sobre el sistema ecológico y humano (consumo consciente), y la toma de decisiones en consecuencia (consumo responsable), se convierten en herramientas transformadoras con las que podemos contribuir a un mundo más sostenible y justo. Por otro lado, trabajar el consumo responsable en el aula contribuye al fomento del pensamiento crítico y el espíritu solidario.
En el caso concreto de la alimentación, la agricultura industrial y la globalización han provocado importantes cambios no sólo en nuestra dieta, sino también en aspectos tales como el desconocimiento de los calendarios de producción agrícola y con ello el olvido de los alimentos de temporada, las grandes distancias que recorren los productos que consumimos en nuestro día a día…
A la hora de analizar la compra de alimentos desde el punto de vista del consumo consciente son varios los elementos a tener en cuenta:
- La huella ambiental asociada al recorrido de los alimentos según su procedencia. En este sentido el consumo de productos locales y de temporada es una elección más adecuada desde una perspectiva proambiental. Cuando la producción es cercana a los puntos de consumo, no necesita recorrer largas distancias ni precisa generar elementos de conservación con cámaras frigoríficas u otros sistemas que generan emisiones de CO2.
- El modo de producción: producciones con certificación ecológica o producciones agroecológicas (que se realizan respetando los ciclos productivos de la naturaleza) tienen una huella ambiental menor que las producciones industriales.
- Tipo de materiales utilizados en el envasado: si en el diseño del envase se incorpora materiales reciclables o criterios de ecodiseño.
- Relación entre estilo de vida y huella hídrica. Diferencias entre distintos países.
La huella hídrica [1]de un país es el volumen de agua utilizado, directa o indirectamente, en la elaboración de productos y la prestación de servicios consumidos por los habitantes de ese país. En esta ecuación se tiene en cuenta tanto la huella hídrica interna como la externa.
La huella hídrica interna tiene en cuenta el agua utilizada que procede de los recursos nacionales de un país, y la externa la cantidad de agua necesaria para desarrollar los productos o servicios consumidos en un país, cuando éstos han sido producidos en el exterior. El uso de recursos hídricos suelen referirse, esencialmente, a usos agrícolas, industriales y domésticos.
La huella hídrica [2]mundial se estima en 7.450 Gm3/año, lo que supone 1.240 m3/persona/año. Existen, no obstante, grandes diferencias entre los diferentes países.
Los países del norte global tienen una huella hídrica per cápita que oscila entre los 1250-2850 m3
/ año por persona. El Reino Unido, con una huella hídrica de 1258 m3/ año por persona, se encuentra en el extremo inferior de este rango, mientras que Estados Unidos, con una huella de 2842 m3/año por persona está en el extremo superior. Entremedias quedarían los países europeos mediterráneos (Italia, Grecia o España) con huellas hídricas de 2300-2400 m3/año por persona. Las diferencias se pueden explicar parcialmente por sus diferentes patrones de consumo y las diferentes huellas hídricas del ciclo de vida de sus productos.
La huella hídrica per cápita de los países del sur global varía aún mucho más. Podemos encontrar valores en un rango de 550-3800 m3/ año por persona. En el extremo inferior se encuentra la República Democrática del Congo, con 552 m3 / año por persona. En el extremo superior encontramos Bolivia (3468 m3/ año / persona), Níger (3519 m3/ año / persona) y Mongolia (3775 m3/ año / persona).
Existen cuatro factores principales que explican las diferencias en los valores de la huella hídrica:
- Volumen total del consumo: que, por lo general, está directamente relacionado con el nivel de riqueza de un país, lo que explica -parcialmente, al menos- las altas huellas hídricas de países del norte global, como Estados Unidos, Suiza o Italia
- Patrones de consumo de agua: otro factor que puede explicar la existencia de una gran huella hídrica es que dichos patrones supongan un consumo elevado de agua. En particular, el elevado consumo de carne influirá de manera directa en un mayor consumo de agua, lo que se ve en los casos de Estados Unidos, Canadá, Francia, España, Bolivia, Portugal, Italia y Grecia. Por ejemplo, el consumo medio de carne en Estados Unidos es de 120 kilos por año y persona, más del triple de la media mundial. De manera menos acusada, el elevado consumo de productos industriales, en cuya fabricación se emplea a menudo grandes cantidades de agua, también agudizan el crecimiento de la huella hídrica.
- Clima: en regiones con mayor demanda evaporativa, la necesidad de agua para los cultivos es mayor. Es el factor predominante para explicar los casos de muchos países africanos como Senegal, Níger, Mali, Sudán, Chad o Nigeria, o el caso de Siria.
- Prácticas agrícolas poco eficientes: lo que significa que el rendimiento obtenido por unidad de medida de agua es menor. Países como Tailandia, Camboya, Mongolia, Turkmenistán, Sudán, Mali y Nigeria. Por ejemplo, los rendimientos de los cultivos de arroz tailandeses son de 2,5 toneladas/hectárea, mientras que la media mundial alcanzó las 3,9 toneladas.
Los habitantes de países del norte global consumen más productos y servicios, lo que se traduce en un aumento de la huella hídrica. Pero no es solo el volumen de consumo lo que determina la demanda hídrica de la población. El tipo de productos y servicios es un factor muy relevante, ya que no todos ellos requieren la misma demanda de agua. En algunos países, además, se da una combinación de factores climáticos adversos (alta demanda evaporativa) y malas prácticas agrícolas que produce un gran aumento de la huella hídrica.
Las causas que explican los diferentes valores varían de un país a otro. Por ejemplo, la elevada huella hídrica de Estados Unidos se debe al alto consumo de carne por persona y de productos industriales, mientras que en Irán la causa principal es el bajo rendimiento del suelo agrícola, además de sus condiciones climáticas.
La huella hídrica externa constituye el 16% del total de la huella hídrica mundial. Pero las diferencias entre unos y otros países son enormes en este aspecto. Algunos países africanos, como Sudán, Mali, Nigeria, Etiopía, Malawi y Chad apenas tienen huella hídrica externa, por el simple hecho de que apenas importan productos. Por el contrario, países europeos como Italia, Alemania, Reino Unido u Holanda poseen una huella externa que representa del 50% al 80% de la huella hídrica total. Los productos agrícolas que representan un peso mayor son la carne de bovino, la soja, el trigo, el coco, el arroz, el algodón y el maíz.
Un total de ocho países -India, China, Estados Unidos, Rusia, Indonesia, Nigeria, Brasil y Pakistán- contribuyen, en conjunto, a la mitad de la huella hídrica mundial.
[1] Fuente: https://hispagua.cedex.es/sites/default/files/especiales/especial_huella_hidrica/metodo.htm
[2] Fuente: Mekonnen & Hoekstra (2011) National Water Footprint Accounts, UNESCO-IHE