La educación ya no es lo mismo que hace una, dos o tres décadas. Si antes el maestro, con sus libros de texto y su enciclopedia, era el faro que guiaba a sus alumnos hacia la claridad del conocimiento, hoy podría definirse como un guía que enriquece los saberes que encontramos en múltiples fuentes de información. Porque, como dice la presidenta de la Fundación Trilema y directora de Cuadernos de Pedagogía, Carmen Pellicer, «un aula es como un gran laboratorio de experiencias vitales». Y los docentes son quienes tienen la titánica labor de provocar esas experiencias y hacer que los más pequeños aprendan a leerlas para convertirlas en conocimiento. Porque «todos los aprendizajes de los primeros años de escolarización tienen un impacto muy profundo en el carácter y eso va generando una disposición diferente en la mente», explica esta pedagoga valenciana. Por eso, es tan importante «mimar mucho lo que hacemos en esos primeros años». Y es que sobre esas enseñanzas y aprendizajes pivotarán todos los que se lleven a cabo en la vida.
Es ese primer acercamiento a la escuela cuando se ponen los cimientos que generarán un pensamiento crítico e independiente. Pero también cuando se plantan las semillas de la conciencia ecológica. Esa que, en su estado incipiente, según Pellicer, sería «darnos cuenta de lo que necesitamos de nuestro entorno para ser nosotros mismos». Porque, como decía la también pedagoga María Montessori, si sembramos «en los niños ideas buenas, aunque no las entiendan; los años se encargarán de descifrarlas en su entendimiento y de hacerlas florecer en su corazón». Debemos generar las condiciones de aprendizaje adecuadas para que, al finalizar el primer ciclo educativo, los niños sean conscientes de que «somos todos habitantes, dueños y responsables del planeta» y, por tanto, su cuidado y transformación es labor de todos.
En los recursos de Naturaliza proponemos diferentes herramientas de aprendizaje para desarrollar las destrezas de pensamiento y reflexión y despertar el espíritu crítico ante la situación de emergencia ambiental y nuestra capacidad para formularnos preguntas y aportar soluciones. Por ejemplo, en la salida fuera del aula de 3º de primaria ‘Recargando’ ponemos en práctica la rutina de pensamiento ‘Las partes y el todo’ para analizar objetos del entorno que utilicen alguna forma de energía y reflexionar sobre qué sucedería si se agotaran los combustibles no renovables de los que dependen la mayoría de ellos para su fabricación o su funcionamiento y qué alternativas o soluciones podríamos plantear.