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El transporte del futuro, sobre raíles

transporte del futuro

La decisión de Francia de prohibir los vuelos domésticos que se puedan cubrir en un par de horas de tren ha puesto de nuevo sobre la mesa el debate sobre la movilidad del futuro en el continente. ¿Pueden los trenes –que son mucho más sostenibles– sustituir a los aviones en Europa?

Flygskam. Ese es el término en sueco que da nombre al movimiento que insta a no viajar en avión por razones ambientales. Se ha traducido en inglés como flight shame (en castellano, «vergüenza por volar») y, básicamente, es un concepto que empuja a los viajeros a buscar alternativas ecológicas a los vuelos en avión. Una postura que se asienta sobre la idea de que el transporte del futuro (y, cada vez más, el del presente) debe necesariamente ser sostenible, y la aviación parece no evolucionar al ritmo que demandan los objetivos de descarbonización marcados por Europa: para 2050, debemos de haber recortado las emisiones un 55% respecto a los niveles de 1990.

¿Es el tren el transporte del futuro?

Aunque antes podía llegarse a pensar que el transporte del futuro estaría en el aire, con coches voladores y aviones ultrasónicos, lo cierto es que cada vez más gobiernos y científicos ven más claro que el porvenir de la movilidad está en tierra firme y existe desde hace dos siglos: los trenes.

Ya sea en zonas urbanas, como con el tranvía o el metro, o conectando ciudades y países, los vehículos con raíles modernos impulsados por energía eléctrica emiten significativamente menos que los vehículos de combustión o los aviones.

Precisamente en esta línea, Francia acaba de prohibir los vuelos domésticos que puedan cubrirse en 2,5 horas en tren, si bien el impulso del ferrocarril ya se fragua en Europa desde hace años. Los países europeos han estado invirtiendo en trenes más modernos, con más rutas y operadores de alta velocidad. Además, cada vez más compañías ofrecen billetes de tren a precios asequibles, un aspecto crucial para que el futuro de la movilidad no llegue solo a una pequeña porción de población.

Se estima que los vuelos en avión contaminan 20 veces más que viajar en tren

Vehículos del futuro, vehículos sostenibles

Se estima que los vuelos en avión contaminan 20 veces más que los viajes en tren: un avión emite, en promedio, 285 gramos de CO2 por persona y kilómetro volado, en comparación a los 14 gramos de CO2 emitidos por un tren.

Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, mientras los trenes representan solo el 0,1% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero de la Unión Europea, la aviación doméstica representa el 0,4% y la aviación internacional, el 3,4%.

Y la sustitución de los vuelos cortos por los viajes en tren encierran positivas promesas. Según  un estudio de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), esta medida podría suponer una reducción potencial de entre un 2,7% y un 22% de las emisiones de CO2, si bien dependería «de lo estricta que sea la sustitución de vuelos» con alternativas ferroviarias de menos de un par de horas.

Sin embargo, a pesar de que la reducción del impacto ambiental con la sustitución de los vuelos cortos podría ser significativa, hay otro punto a tener en cuenta: los expertos afirman que para que el transporte del futuro sea verdaderamente sostenible es muy importante centrarse también en los vuelos de larga duración, los cuales representan el 47% del combustible quemado en la UE, frente al 5,9% de los vuelos de menos de 500 kilómetros.

Los trenes son el medio de transporte más limpio en la UE, representando solo el 0,1% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero del bloque

Reflexión sobre los trenes y la nueva movilidad en el aula

La medida francesa es un avance en la revolución de la movilidad en el continente, y es probable que más países se sigan sumando a este tipo de iniciativas. Esta coyuntura es óptima para abrir la reflexión en el aula sobre cómo nos desplazamos, ya sea para viajar en vacaciones o para ir a clase. Así, os proponemos animar a los estudiantes a calcular la huella de carbono de sus trayectos a través de herramientas como la calculadora de emisiones de la ONU o la de Carbon Foodprint.

Además de proponer preguntas sobre cómo pueden ser más sostenibles, qué debería cambiar en su ciudad para que pudieran serlo o cómo se imaginan el transporte del futuro, también es una oportunidad para tomar el tren como recurso educativo y que sea una propuesta para hacer planes en familia o desde el centro educativo.  Por ejemplo, Renfe tiene varios trenes temáticos:

  • El Tren de Cervantes, para conocer la vida y obra del autor del Quijote.
  • El Tren Paleontológico del patrimonio de Cuenca.
  • El Tren Geológico del Prepirineo, un viaje en un tren panorámico combinado con una ruta de senderismo guiada por especialistas en interpretación ambiental y geológica.

Así, el tren no solo se alza como una alternativa viable y sostenible a los vuelos  de corta y media distancia, sino también como un excepcional vehículo para descubrir los secretos naturales y culturales de la geografía española y europea. Y demuestra que, en muchas ocasiones, basta con mirar a tierra firme y (re)aprender del pasado para encontrar respuestas a los retos del futuro.

Texto: Mariana Toro Nader

Ilustración: Nicolás Aznárez