El cambio climático es un reto cada vez más presente en todos los ámbitos de la vida, tanto urbana como rural. Se nota en los cultivos, en los parques, en la disponibilidad de agua… y también en los colegios. Y, de igual forma, cada vez más actores sociales tienen claro que actuar desde la pequeña parcela local puede ayudar a mitigar los efectos de la crisis medioambiental.
Los colegios tienen un doble reto: mejorar el impacto de sus instalaciones y trasladar la conciencia ambiental a los ciudadanos del futuro. Ante una tarea compleja de trasladar a la práctica, la iniciativa Patios x Clima, que emana del colectivo de arquitectos y permacultores Globus Vermell, ayuda a numerosos educadores a conjugar educación ambiental y reducción del impacto de los centros a través de un objetivo central: naturalizar los patios. Desde Naturaliza, hablamos con Mamen Artero, una de las arquitectas responsables de este proyecto que trabaja con el objetivo de conseguir una ciudadanía más crítica, sana y cooperativa.
Última Hora Ambiental. ¿A qué nos referimos exactamente cuando hablamos de naturalizar los patios escolares?
Mamen Artero. ¡Es un palabrón! Naturalizar la escuela no es tan solo acercarla a la naturaleza de forma física, también contemplamos la parte pedagógica y humana. Por ejemplo, intentando que los tiempos sean más naturales o más humanos. Muchas veces nos quedamos solo en la parte física, pero es justo ahí cuando uno empieza a darse cuenta de que no estamos introduciendo tan solo objetos o elementos inertes. Estamos introduciendo seres, naturaleza que está viva. Aprendemos sobre lo que ella necesita y es entonces cuando esto empieza a conectarnos con lo natural.
UHA. ¿Por qué naturalizar nuestras escuelas? ¿Con qué objetivo nació esta iniciativa?
MA. Por necesidad. Estamos viviendo un momento de cambio climático donde las estructuras de nuestra sociedad se tienen que ir adecuando. Las escuelas son una gran oportunidad porque durante 40 o 50 años nos hemos olvidado de sus exteriores, ahora son unos espacios planos, duros y fríos. Hace muchos años que no se revisan y, si contemplamos las necesidades actuales, tenemos una oportunidad de transformarlos para que se pongan al servicio del ecosistema, del planeta. Y esto es naturalizarlos.