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La gran oportunidad de luchar por la biodiversidad

luchar por la biodiversidad

Hace décadas que los científicos y los movimientos ecologistas alertan del agotamiento de los ecosistemas. En este post vamos a aprender qué podemos hacer para mantener a salvo la biodiversidad de los entornos que nos rodean.

Mientras en Egipto se despegan los últimos carteles de la COP27, en Canadá la fría Montreal se prepara para acoger del 7 al 19 de diciembre otra cumbre que suele pasar más desapercibida, pero es igual de sustancial: el Convenio de Diversidad Biológica (CDB), un encuentro que marca las líneas a seguir de cara a salvaguardar los ecosistemas del planeta y luchar por la biodiversidad. Uno de los puntos más importantes lo marca la aprobación de la Estrategia Mundial de la Biodiversidad 2030, un ambicioso plan que busca frenar al máximo la degradación de la naturaleza e impulsar la recuperación ecológica.

Algunos de los objetivos que se estudiarán en la CDB son muy necesarios dado el contexto en el que nos encontramos. Medidas como crear zonas protegidas en al menos el 30% del suelo y los mares de Europa, restaurar en todo el continente los ecosistemas marinos y terrestres degradados, restablecer al menos 25.000 kilómetros de ríos o plantar 3.000 millones de árboles antes de que termine la década responden a una de las grandes crisis del momento: desde 1990, según Naciones Unidas, el mundo ha perdido 420 millones de hectáreas de territorios naturales.

Desde 1990 la pérdida de espacios naturales ha sido constante

Un compromiso de todos, también de los más pequeños

En nuestro país sabemos de lo que hablamos, dado que tenemos la mayor superficie natural protegida a nivel mundial y somos una de las naciones europeas con más biodiversidad. Sin embargo, también debemos contribuir para liberar de presión a cualquier ecosistema. Ya lo dejó claro el naturalista Joaquín Araujo cuando en una entrevista aseguró que «necesitamos proteger cada metro cuadrado capaz de sostener algo verde». El compromiso, por tanto, tiene que llegar desde todos los ángulos, e involucrar también a los más pequeños en el cuidado del entorno.

Es vital prestar atención a cada uno de los impactos que nuestro ritmo de vida puede provocar sobre el frágil equilibrio de las especies

Para eso es fundamental que entiendan en qué consiste exactamente la biodiversidad y por qué es una pieza clave del puzle de la vida. Se trata del conjunto de todos los seres del planeta, el ambiente en el que viven y la relación que guardan con otras especies. Cuidar de ella, por tanto, no se trata únicamente de proteger a un animal de la mano humana, sino de evitar alterar su entorno –por ejemplo, a través de la deforestación– o sus relaciones con otros seres vivos –como puede ser desequilibrar la cadena trófica al disturbar la presencia de una especie depredadora–. Para hacerlo es vital prestar atención a cada uno de los impactos que nuestro ritmo de vida puede provocar sobre el frágil equilibrio de las especies.

Proteger la biodiversidad es, además, un interés común de toda la humanidad. Debemos cuidarla también por nuestro propio bienestar ya que, más allá del suministro de materias primas, su pérdida tiene efectos negativos sobre el acceso a alimentos, la vulnerabilidad ante desastres naturales o el acceso al agua potable y limpia. Esto se conoce técnicamente como servicios ecosistémicos, es decir, los beneficios que un ecosistema aporta a la sociedad y que mejoran la salud, la economía y la calidad de vida.

Desde las aulas, debemos mirar dentro de ese prisma que es nuestra forma de vivir, para aprender a cuidar la biodiversidad como se merece (y como merecemos).

Texto: Cristina Suárez