La llamaban la mujer árbol. Wangari Maathai, primera africana en recibir un Nobel de la Paz, dedicó toda su vida a hacer del planeta un lugar más seguro. Sin esperar nada a cambio. Siempre dijo que los únicos que podían inspirar eran los que se iban sin dejar de trabajar por la vida de los demás. Y eso hizo: dedicó hasta el último día de su existencia al Movimiento Cinturón Verde, una organización no gubernamental fundada en 1977 con el objetivo de luchar contra la deforestación y por la independencia económica de las mujeres africanas. La de Maathai es una historia de tantas en el voluntariado ambiental, un sector donde germinan cada día cientos de proyectos para la conservación del medio ambiente.
Miles de personas que, altruistamente, le devuelven al planeta un poco de lo que nos ha dado, y cuya labor es especialmente reconocida con la celebración del Día Internacional de los Voluntarios cada 5 de diciembre. Si bien no es nada nuevo, este tipo de voluntariado ha tomado especial repercusión en los últimos años a medida que han crecido la incertidumbre y las advertencias de la comunidad científica. Cada vez hay más personas interesadas en aportar su granito de arena.