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Permacultura, una forma de vivir basada en la ecología

permacultura

Mayo es el mes en el que se celebra la biodiversidad, y por eso vamos a explicar para el aula las ventajas de la permacultura, un modelo integral de sostenibilidad que nos puede ayudar a crear relaciones más armónicas con el medioambiente.

Todo el tiempo se nos dice que tenemos por delante el enorme reto de salvar al planeta y, sin embargo, aún seguimos preguntándonos cómo lograrlo. Sí, frenar el calentamiento global no es una tarea sencilla, pero por algún lugar debemos empezar. Una solución es el de la permacultura: su nombre significa ‘cultura permanente’, y hace referencia al alto grado de compromiso (y a las actividades integrales) de las personas con la naturaleza.

La permacultura es un sistema de desarrollo social y de interacción armónica con la naturaleza que tiene como prioridad el respeto máximo por los ritmos y los ciclos vitales de todos los elementos que conforman un ecosistema. No obstante, este modelo no es nuevo. Nació en 1978 de la mano de un biólogo y un ensayista australianos que buscaban la creación de un sistema de ‘agricultura permanente’. Tal fue su impacto, así como los beneficios de sus sistemas agrícolas especializados, que pronto se convirtió en un movimiento social que va más allá de la agricultura. Tal como revela su nombre, se trata de un modelo con un objetivo: buscar la permanencia de las buenas praxis medioambientales en toda actividad humana.

La permacultura tiene como prioridad el respeto máximo por los ritmos y los ciclos vitales de todos los elementos que conforman un ecosistema

Uno de los aspectos básicos de la permacultura es el sistema de zonas, que hace referencia a cómo y cuánto podemos interactuar las personas con nuestro entorno. La primera de ellas, la Zona 0, es donde está nuestro hogar: de allí es de donde debemos extraer el máximo rendimiento de los recursos, como el agua para el consumo inmediato o las fuentes energéticas como el sol y el aire. En la Zona 1, por ejemplo, debe de estar el huerto o los sitios destinados para el compost: son cercanos, pero no inmediatos. La última de ellas es la Zona 5, que debe de ser totalmente salvaje: su conservación en estado puro es lo que permite la regeneración de los ciclos naturales y vitales de cada ecosistema.

Los tres principios básicos

La permacultura se rige bajo tres principios esenciales.

El primero de ellos habla del cuidado de la tierra y el agua: la salud de los suelos (y los recursos que lo rodean y componen) es vital para el desarrollo tanto de las comunidades como del entorno.

El segundo se refiere al cuidado de las personas. Dentro de este sistema, la preocupación y ayuda entre todos los miembros de una comunidad es esencial.

El tercer principio comprende la repartición justa: cada uno debe tomar de la naturaleza solo lo que necesita. Generar un superávit de esos recursos es precisamente lo que genera un impacto negativo y un posterior deterioro en el ecosistema. Lo justo es tomar de la tierra solo lo necesario.

Promueve que lo justo es tomar de la tierra sólo lo necesario

La permacultura y el renacimiento de una ciudad

En 2013, la ciudad estadounidense de Detroit anunció públicamente su bancarrota. La devastación económica y social en la que fuera una de las ciudades más pujantes de Estados Unidos durante la primera mitad del siglo XX llegó entonces a su punto máximo.

El deterioro nutricional en sus habitantes llegó a tal grado que muchos de ellos se vieron forzados a emigrar. Quienes decidieron quedarse, pronto comenzaron a buscar soluciones para convertir su ciudad en un sitio sano y habitable de nuevo. La permacultura fue una de ellas y, desde entonces, la creación de huertos urbanos no ha parado de crecer. Cada día hay más mercadillos con productos procedentes de parcelas que fueron abandonadas durante los años más cruentos de la crisis.

Hoy, esa ciudad es un referente de mercado local e interacción comunitaria, pero también se ha convertido en un ejemplo de cómo la permacultura puede ser una solución no solo para la producción y el cuidado medioambiental, sino para el desarrollo social y la lucha contra la desigualdad en las comunidades más desfavorecidas. ¿Y vosotros, os lo imagináis en vuestra ciudad?

Texto: Mauricio Hernández