Corría el siglo XVII cuando el médico naturista Johannes le Francq van Berkhey se vio en serios apuros: su sueño de coleccionar y catalogar las especies conocidas del reino animal –por las que lo dejó absolutamente todo– se desmoronó por falta de financiación. No le quedaba una moneda en el bolsillo para esta aventura, así que, lleno de pena, decidió subastarlo públicamente al mejor postor, que resultó ser nada más y nada menos que el rey Carlos III, quien en ese momento buscaba material para abrir el recién nacido Real Gabinete de Historia Natural, uno de los múltiples proyectos de divulgación y cultura que el monarca quiso apoyar en España con el objetivo de conseguir una sociedad más instruida e interesada por lo que le rodeaba.
En la actualidad, son cientos de miles de personas las que se deleitan con las más de 4.000 ilustraciones a acuarela de este y otros autores cuando cruzan las puertas del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, reconocido como uno de los institutos de investigación científica más importantes del país en el ámbito de las ciencias naturales (y también uno de los museos más antiguos del mundo). A estas obras las acompañan más de 10 millones de especímenes, una enorme colección –la más importante de España– a tamaño real que da fe de la riqueza de la biodiversidad de nuestro planeta.