La capacidad transformadora de la educación, si solo se considera un proceso de aprendizaje, es muy limitada. Sin embargo, si se piensa como una forma de pasar a la acción, el cambio social que impulsa puede ser absoluto. Al menos, así lo cree Javier Benayas, quien reivindica la necesidad de una educación ambiental que vaya más allá de la escuela e impregne a toda la sociedad.
Javier Benayas es catedrático de Ecología en la Facultad de Ciencias de la Universidad Autónoma de Madrid asegura que, si queremos superar la crisis ecológica actual, debemos empezar a «gestionar la naturaleza de forma adecuada».
Última Hora Ambiental. Estamos a punto de despedir un año complicado para todos. Desde tu punto de vista, ¿cuáles son las mayores lecciones aprendidas?
Javier Benayas. Todo momento de crisis tiene su punto positivo: aprender de nuestros errores, reflexionar y plantear qué tenemos que cambiar. La pandemia de la covid-19 nos ha alertado de que esta casa común que es el planeta está descontrolada. Me gusta usar la metáfora de que el planeta es una vivienda en la que, al principio, todos se llevan muy bien y los espacios comunes se cuidan y comparten, pero, poco a poco, empiezan a surgir tensiones, cada uno se recluye en su casa y los espacios comunes se deterioran y degradan, se llenan de basura y aparecen cucarachas. En cierta manera, el virus es esa cucaracha. La pandemia nos está avisando de que no estamos gestionando la naturaleza de forma adecuada y, si no tomamos medidas, vendrán otros problemas.
UHA. Entonces, ¿llegamos a tiempo para remediarlo?
Todavía no nos hemos caído al precipicio. Siempre he pensado que esta crisis [medioambiental] la iban a vivir mis hijos, pero ahora sé que la voy a vivir yo, nuestra generación. Otra metáfora que me gusta usar es la del médico y el termómetro que usa para ver si uno tiene o no fiebre. Desde finales de los 90, los médicos del planeta están diciendo que este está enfermo, que tiene fiebre y que cada vez sube más. Se está haciendo muy poco para hacer frente a las enfermedades que se están detectando. A nadie se le ocurriría quedarse de brazos cruzados si una persona está doliente, ¿por qué iba a ser distinto con el planeta? Nadie esperaba que la crisis viniera por la vía sanitaria ni que todo fuera a suceder así de rápido y nos fuera a cambiar tanto la vida a todos.
UHA. El informe Hacia una Educación para la Sostenibilidad recoge la trayectoria de la educación ambiental en los últimos 30 años en España. ¿Cuáles han sido los mayores avances? ¿Cuáles son las principales asignaturas pendientes?
En primer lugar, apostar por la educación como un medio de transformación. Todos los problemas a los que nos enfrentamos son de origen social, por lo tanto, los cambios tienen que ser sociales. Pero la educación no es la única herramienta para producirlo. Si yo tengo una enfermedad, el médico me receta el prospecto y la píldora. De alguna forma, el prospecto es la educación, pero con una educación sin píldora no hacemos nada. Si educamos a la gente para que cambie su comportamiento hacia la sostenibilidad, pero no le damos las opciones sostenibles concretas –que son las píldoras que permiten producir los cambios– estamos predicando en el desierto. Ese es el gran fracaso de la educación ambiental en estos 30 años. Ahora se está viendo que la única forma de hacerle entender a la gente las enfermedades es dando prospectos acompañados de las píldoras apropiadas. La educación en sí misma tiene valor, pero muy poca capacidad de transformación social si no va acompañada de acciones, intervenciones y propuestas de cambio concretas.