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Residuos invisibles: educar para reducir a cero nuestra huella ecológica

Residuos invisibles

¿Sabías que un móvil de apenas 200 gramos genera durante su fabricación 86 kilos de residuos? Esta semana se celebra la Semana Europea para la Prevención de Residuos y para lograr la reducción de residuos a cero, tal y como se marca la UE, es necesario el compromiso de todos. Acciones como reducir, reutilizar, reparar, compartir herramientas en comunidad o aprender a gastar menos debe empezar a ser una realidad en casa y en el aula.

¿Qué son los residuos invisibles?

Los ejemplos más impactantes de residuos invisibles los llevas en el bolsillo como pasa con el móvil. El teléfono te permite saber cómo está la familia, probablemente lo necesitas para trabajar y, para cada vez más gente, es la televisión, el periódico y hasta las llaves del coche. Pero también es una fábrica de basura. Un móvil de apenas 200 gramos genera durante su fabricación nada menos que 86 kilos de residuos. Eso sin contar la energía utilizada y el CO2 producido que contribuye al efecto invernadero.

Del 21 al 29 de noviembre celebramos  la Semana Europea para la Prevención de Residuos, unas jornadas que tienen como objetivo promover la reutilización, el reciclaje y la economía circular. Pero, además, desde la UE se busca atajar el problema en la raíz, asegurando procesos que produzcan menos residuos.

Para una producción y consumo sostenibles, el primer paso es apostar por el ecodiseño y seleccionar materiales responsables y sostenibles. Pero, además, los objetos deben tener una vida útil más larga, ser más fáciles de reparar y reciclar y, en última instancia, que no sean tóxicos el día en que se reutilicen o procesen. El aumento de la vida útil del objeto reduce la necesidad de producir uno nuevo y, por lo tanto, la cantidad de residuos que se generan durante la fabricación.

El aumento de la vida útil de un objeto reduce la necesidad de producir uno nuevo

El ejemplo nórdico: bibliotecas de objetos

La campaña europea se inspira en otras que ya se están llevando a cabo en países como Suecia. En este caso hablamos de la iniciativa Avfall Sverige –literalmente, residuos Suecia–, que fomenta la concienciación entre lo que llamamos prescriptores. Es decir, utiliza la estructura de la sociedad de consumo para consumir menos: si los influencers empiezan a promover un estilo de vida más sostenible, este se extenderá más rápido. Adquirir de segunda mano, compartir, reutilizar o reparar son las opciones individuales y a pequeña escala más útiles en este sentido. Además, es la manera más fácil de llegar a las generaciones más jóvenes e, incluso, a los más pequeños que, luego, animarán a sus familias a imitar estos comportamientos.

Por ejemplo, una de las herramientas que comienza a extenderse en los países del centro y norte de Europa –y que está empezando a llegar a nuestras fronteras–, también gracias al uso de las nuevas tecnologías, es la biblioteca de objetos, algo tan sencillo como su propio nombre indica: igual que existen las bibliotecas públicas en las que cualquiera, haciéndose socio, puede sacar un libro, leerlo y luego devolverlo, podemos hacer lo mismo con una serie de herramientas que solemos tener en casa y que solo utilizamos un par de veces al año. ShareStarter.org o la aplicación MyTurn son algunos ejemplos en Reino Unido, Suecia o Alemania. En España nos encontramos con la Biblioteca de les Coses de Barcelona –creada por varias cooperativas y entidades sociales–. Artículos para fiestas, herramientas de bricolaje, equipo deportivo… Estas bibliotecas de objetos, además, podrían encontrar su homólogo en los centros educativos con herramientas o juguetes que todos acabaremos utilizando.

Los archivos que guardamos en el móvil o el ordenador, el correo electrónico o las búsquedas en internet consumen recursos y generan CO2

La guerra contra el residuo está en casa (y en el aula)

El principal espacio en el que, a nivel particular, podemos combatir la creación de residuos es en nuestro propio hogar. Los cuatro contenedores para reciclar no son suficientes: se trata de producir el mínimo de residuos posible, o, idealmente, ninguno. Por ejemplo, en España son cada vez más las familias que apuestan, si tienen espacio y tiempo suficiente, por los huertos urbanos. Y eso ayuda a darle un fin a la basura orgánica, el que ha tenido siempre: convertirse en abono. Encontrar instrucciones para fabricar en un piso o en el colegio tu propio humus de lombrices es cada vez más fácil.

Los residuos están donde menos te lo esperas. Empezamos este artículo hablando del móvil y ahora deberíamos comentar el terminal –sea teléfono, tablet o portátil– desde el que estás leyendo ahora mismo. Y no hablamos solo del aparato físico. En tus archivos, en tu correo electrónico, en tus búsquedas en internet… hay residuos. El espacio de almacenamiento que ocupa espacio en servidores cuya energía para seguir funcionando o refrigerarse consume recursos y produce CO2. Parece una tontería, pero no lo es: internet no es infinito y también produce basura.

Estonia, el país de la UE y del mundo con mayor cantidad de smartphones por habitante, encabeza desde 2018 el Día de la Limpieza Digital. Por cada email almacenado en nuestro correo, diez gramos de CO2 son generados al año. Sonaría ridículo si no fuese porque a diario se envían en el mundo 293.000 millones de correos electrónicos, según cifras del 2019. Aún peor: el 90% de los correos recibidos son spam. Aplicaciones como Cleanfox permiten de forma sencilla localizar el correo basura acumulado y eliminarlo permanentemente para dejar de contaminar con su almacenamiento.

Todo, absolutamente todo lo que usamos a diario consume recursos

Todo, absolutamente todo lo que usamos a diario consume recursos o contamina. Pero si somos conscientes de la huella ecológica de un móvil o de un correo electrónico, podremos conseguir que muchos residuos dejen de ser invisibles.

¿Quieres saber más sobre tu huella ecológica? ¡Calcúlala y empieza tu camino en la reducción!

 

Texto: José A. Cano