Última hora ambiental

Nacho Dean: “Lo que hacemos aquí impacta en la otra punta del planeta”

Nacho Dean

El II Congreso Internacional de Sostenibilidad del Medioambiente celebrado en octubre ha contado con la participación de Nacho Dean. El naturalista, explorador profesional y divulgador ha reivindicado en su intervención lo que pide a diario: un cambio de modelo social y cultural para frenar el calentamiento global y la pérdida de biodiversidad. En esta entrevista, Dean nos cuenta, además, que la educación es fundamental y hacen falta referentes.

«Me gustaba tanto estar en contacto con la naturaleza que, puestos a soñar, me planteé dar la vuelta al mundo caminando». Así explica Nacho Dean (1980) cuando se le pregunta sobre el porqué de una decisión que le valió una nominación a los premios Discovery Awards 2014 y al Princesa de Asturias de la Concordia en 2015: entre 2013 y 2016, recorrió 33.000 kilómetros a pie, cuatro continentes, 31 países. «Me llevó dos años decidirme a emprender este viaje vital del que no sabes si vas a regresar», explica el joven malagueño. Pero en 2018 se dio cuenta de que su aventura no había hecho más que empezar, y decidió embarcarse en la expedición Nemo con la que unió a nado los cinco continentes para lanzar un mensaje. Su amor por la naturaleza y su pasión por la sostenibilidad y la conservación del medioambiente son, dice, su pasión y, por eso, aprovechó sus viajes –que le valieron ser la primera persona en dar la vuelta al mundo caminando y unir cinco continentes nadando– para documentar el cambio climático. El mensaje de Nacho Dean es claro: «Todos a los que nos gusta la naturaleza y el deporte al aire libre tenemos esa responsabilidad de cuidar el planeta».

«Vivimos en un planeta hermoso que merece la pena cuidar»

Última Hora Ambiental. ¿Cuáles fueron los mayores retos y desafíos a los que te enfrentaste, así como lo mejor y más gratificante?

Nacho Dean. El hambre, los grandes esfuerzos o estar fuera de ciertas comodidades a las que estaba acostumbrado fueron los mayores desafíos físicos, aunque hay cosas que me gustan, como dormir en el suelo de la tienda de campaña. Me gusta la búsqueda de mis límites y la naturaleza humana. A final, somos exploradores, animales con miles de años de historia, y tenemos un enorme potencial física y mentalmente. También he vivido momentos dramáticos, como el atentado terrorista de Bangladesh, la fiebre chikungunya en Chiapas o intentos de asalto con machetes. Viajar caminando es el medio de transporte más expuesto y pasas por zonas del mundo muy delicadas. Gestionar el miedo, la incertidumbre o la soledad también es difícil. Y, sin duda, es duro ver el estado en el que está el planeta: vivimos en un lugar hermoso que merece la pena cuidar. Por contrapartida, lo mejor y más gratificante es el haber conseguido materializar este sueño. La humanidad, las personas son el gran tesoro de mi viaje: el haber comprobado que más allá de la cultura, la religión, los idiomas o las nacionalidades, el ser humano merece la pena y hay buena gente en todas partes. Incluso sin hablar el mismo idioma, me han echado una mano y han caminado conmigo. Y, por supuesto, el estar durante tres años –tiempo que me llevó esta expedición–al aire libre, en contacto con la naturaleza y sus elementos: el viento, la lluvia, el canto de los pájaros al amanecer, dormir bajo cielos estrellados en los desiertos.

UHA. ¿Cuáles han sido las principales conclusiones que has sacado sobre el medioambiente, el cambio climático y el rol de los humanos durante tu viaje? ¿Ha cambiado tu visión del mundo y las personas?

ND. Absolutamente. Ahora puedo hablar con conocimiento de causa. Antes hablaba en base a lo que había leído, investigado o hablado con la gente, pero haberlo visto con mis propios ojos supone un conocimiento único. Tengo una clara noción de las dimensiones del planeta, lo he recorrido con mis propias piernas: sé lo que cuesta llegar a Australia y volver por el otro lado del mundo, y puedo decir que no es tan grande, que los recursos son finitos y limitados y que tenemos que cuidarlo. He visto regiones muy castigadas, ciudades como Nueva Deli, Katmandú, México DF y, en general, las de Europa, que son modelos de desarrollo insostenibles. Después de pasar días o semanas en contacto con la naturaleza al aire libre, cuando llegaba a una ciudad notaba la contaminación acústica y del aire, el estrés, las prisas… He visto con mis ojos los efectos del calentamiento global, los agentes causantes del cambio climático y la gran cantidad de contaminación y basura que hay, no solo de CO2, sino también en los océanos. De hecho, documentar esta realidad fue lo que me llevó a emprender la expedición Nemo, nadando los cinco continentes: quería lanzar un mensaje de conservación de los océanos, de nuestras playas, costas y litorales.

«Todos a los que nos gusta la naturaleza y el deporte al aire libre tenemos esa responsabilidad de cuidar el planeta»

UHA. ¿Estamos a tiempo de cambiar las tornas y remediarlo?

ND. El planeta lleva miles de millones de años existiendo y lo va a seguir haciendo con o sin nosotros. Es muy inspirador el poder regenerador de la naturaleza, pero hace falta dejar de someterla a esta presión y castigo. El cambio climático, el calentamiento global y la pérdida de biodiversidad se están viendo multiplicados por el aumento de la población. De aquí a 2050, se calcula que va a haber 9.700 millones de personas en el planeta. Necesitamos una visión global, cambiar radicalmente nuestro estilo de vida. No puede ser que el modelo económico con el que vivimos lleve a la destrucción del planeta en el que habitamos. Ya no es solo por la continuidad de la Tierra, sino por la supervivencia de nuestra propia especie y de los miles de seres con los que la compartimos. Soy optimista y mantengo esperanza en el ser humano y en el futuro, pero hacen falta grandes cambios individuales –de estilo de vida, de consumo–, así como de empresas, Gobiernos y autoridades para desarrollar legislaciones que favorezcan el desarrollo sostenible.

UHA. El pasado mes de octubre participaste en el II Congreso Internacional de Sostenibilidad del Medioambiente, ¿cuál fue tu principal mensaje?

ND. La necesidad de implicación de todos los actores. Y tres reflexiones: la primera, lo relacionadas que están la salud del planeta y la biodiversidad; la segunda, la necesidad de adoptar un plan global para mirar al horizonte y ser consciente de todos los fenómenos y procesos que nos afectan, solo así seremos capaces de actuar con antelación, anticipándonos a las cosas; la tercera, pasar del corto al largo plazo: somos muy cortoplacistas y miramos nuestros propios intereses aquí y ahora sin pensar en el futuro. Hay que emprender procesos y poner en marcha proyectos que sean sostenibles, no solo desde el punto de vista medioambiental, sino también en el tiempo, algo que implica un cambio cultural tremendo. Tenemos un desafío global que afecta a todas las naciones y lo que hacemos aquí impacta en la otra punta del planeta.

«He visto con mis ojos los efectos del calentamiento global: los agentes causantes del cambio climático y la gran cantidad de contaminación y basura que hay»

UHA. ¿Cómo podemos involucrar a los más pequeños en la defensa y respeto del medioambiente?

ND. A través de la educación. Hay cuatro pilares muy importantes: la legislación, la innovación y la tecnología al servicio del desarrollo sostenible, unas finanzas sostenibles que pongan a la humanidad y a la biosfera en el centro y financien proyectos o empresas sostenibles, y la educación en colegios, escuelas, universidades, incluso dentro de las mismas empresas. También a través de los medios de comunicación. Creo que la educación es fundamental y hacen falta referentes, además de una reconexión. Vivimos desconectados de nosotros mismos y de la naturaleza, la cual vemos como si fuera algo ajeno. Ese es el cambio cultural que necesitamos.

«La humanidad, las personas son el gran tesoro de mi viaje»

UHA. Mencionas que necesitamos referentes, ¿cómo podemos promocionar la creación y formación de tales figuras?

ND. Todos los educadores –así como medios de comunicación y organismos con capacidad de impacto– tienen una responsabilidad. Los profesores en los colegios deben educar en el respeto al medioambiente y dar ejemplo. Tenemos grandes referentes como Jane Goodall o Richard Attenborough, pero también hacen falta líderes en las redes sociales, donde ahora están los chavales. Estamos asistiendo a un tsunami tecnológico y es en las plataformas digitales donde hay que impulsar estas figuras. Además, organizar congresos y eventos de sostenibilidad y medioambiente para concienciar y divulgar es clave. Estamos viviendo momentos de cambio e incertidumbre un poco caóticos, los viejos modelos y paradigmas que servían antes están cambiando, pero a la vez están surgiendo oportunidades. Es importante hacer llegar estos mensajes de nuevas formas de hacer las cosas, orientados hacia la conservación del medioambiente, porque estos jóvenes van a heredar el mundo que les dejemos.

De estudiar publicidad a convertirse en un Willy Fog moderno y dar la vuelta al mundo –en algo más de ochenta días–, Nacho Dean es uno de esos referentes para los más jóvenes que él mismo reclama, un modelo a seguir no solo en la aventura, sino en su manera de cuidar y proteger el planeta.

Texto: Carmen Gómez-Cotta