«A lo largo de 2019 el planeta estuvo literalmente en llamas: desde la selva amazónica hasta Indonesia, pasando por los bosques del Ártico, sin olvidar los terribles incendios de Australia». Con este recuerdo, WWF alerta del peligro que suponen los incendios forestales a los que ya nos estamos enfrentando este año. Según la ONG ecologista, podrían ser el preludio «de algo más grave», y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) está de acuerdo: la temporada de incendios recién estrenada en nuestro hemisferio se ve agravada por la emergencia climática y la zoonosis relacionada con la pérdida de biodiversidad que desata pandemias como la que vivimos. Descubre como cuidar los bosques en este artículo.
Cuidar los bosques: educación ambiental para la prevención de incendios
La llegada de la temporada de incendios al hemisferio norte vuelve a poner en jaque a los grandes pulmones del mundo. Tras los megaincendios de finales del año pasado en Australia, las organizaciones internacionales alertan de los riesgos de perder una parte vital de la capa forestal del planeta.
Cada año arde entre el 3% y el 4% de la superficie forestal mundial
Para concienciarnos de lo que significa que casi un tercio del planeta esté cubierto por bosques, la FAO publica su Evaluación de los recursos forestales mundiales 2020, un informe interactivo que nos ayuda, a golpe de clic, a entender por qué son tan necesarios los más de cuatro mil millones de hectáreas que conforman los pulmones del mundo. A través de sus infografías en movimiento podremos mostrar a los más pequeños cómo las masas forestales se extienden sobre la Tierra y enseñarles cómo, por ejemplo, el 45% de ellas se encuentra en zonas tropicales, mientras que el resto se localiza en las regiones boreales, templadas y subtropicales. Se trata de un recurso útil para, desde el aula, recordar estos conceptos o aprenderlos por primera vez.
Además, podemos hablar de los tipos de bosques que existen: plantados por el ser humano (7%) o regenerados de forma natural (93%); y localizar en el mapa los cinco países en los que se encuentran más de la mitad de ellos: Rusia (20%), Brasil (12%), Canadá (9%), Estados Unidos (8%) y China (5%).
Más de la mitad de los bosques se encuentran en Rusia, Brasil, Canadá, Estados Unidos y China
¿Cómo está afectando el cambio climático?
Los bosques, hogar de gran parte de nuestra biodiversidad, se enfrentan año tras año a innumerables perturbaciones, como los incendios, que afectan a su capacidad de proporcionar bienes y servicios ecosistémicos. En 2015, último año del que la FAO dispone de datos concretos, alrededor de 98 millones de hectáreas de bosque ardieron en todo el mundo, y más de dos tercios de la superficie total afectada se encontraba en África y América del Sur. Por su parte, WWF asegura que en 2019 se observó «una actividad incendiaria excepcional en términos de severidad y emisiones». Anualmente, según la ONG, ardería entre el 3% y el 4% de la superficie forestal mundial.
Sin duda, el cambio climático está modificando la manera en que los incendios afectan al territorio a escala global. Las olas de calor prolongadas, las sequías y la baja humedad, unidas a una vegetación muy seca y bosques débiles, producen incendios «mucho más rápidos y de una virulencia nunca vista», asegura WWF. Los periodos de riesgo se han alargado, empiezan a arder zonas libres de incendios hasta ahora y los megaincendios se expanden.
El informe de la FAO lo corrobora, y asegura que, desde 1990, hemos perdido 178 millones de hectáreas de masa forestal, una superficie equivalente a la extensión de un país como Libia. Aunque el ritmo de desaparición disminuye lentamente, no ha cesado: 7,8 millones de hectáreas se perdieron cada año en la década de los 90; 5,3 millones durante los primeros diez años del siglo XXI; y 4,7 millones desde 2010. Aunque las cifras se hayan reducido, si la conversión de los bosques a otro tipo de uso de la tierra no frena drásticamente, el ritmo de regeneración de la masa forestal podría no ser suficiente para garantizar que los grandes pulmones de la Tierra continúen respirando.
Desde 1990 hemos perdido 178 millones de hectáreas de masa forestal, equivalente al tamaño de Libia
Educación ambiental para prevenir incendios
Cada uno de nosotros tenemos la capacidad de aportar nuestro granito de arena en la lucha contra los incendios y la destrucción que provocan. Para ayudarnos en esa (casi) titánica labor, la Fundación Pau Costa creó el año pasado la Guía docente de educación ambiental entorno a los incendios forestales, un manual para que los docentes puedan formarse y formar a los más pequeños en la prevención de incendios forestales y la gestión del paisaje. Para esta organización sin ánimo de lucro, es esencial que todos entendamos que podemos controlar y minimizar los daños del fuego, un elemento que forma parte del ciclo natural y que salvaguarda la biodiversidad siempre y cuando la actividad humana no sea su causa. En nuestro país, por ejemplo, los bosques son antrópicos, es decir, se han ido modificando, a lo largo de los siglos, por los habitantes de las diferentes regiones en los que se sitúan. Por eso, para evitar la propagación de los incendios en terreno nacional, según esta guía docente, es necesario apostar por una economía rural sostenible que genere, junto a la gestión forestal, un paisaje resiliente.
Los incendios afectan a la capacidad de los bosques de proporcionar bienes y servicios ecosistémicos
En nuestra mano está, sobre todo durante los meses de mayor riesgo –en verano–, insistir en que toda acción importa: recoger cada envoltorio, envase o residuo que se genere al aire libre –ya sea en la playa, la montaña, el camping o el parque–, recordar a niños y mayores que el suelo no es una papelera –tampoco para las colillas– o tener especial cuidado con el vidrio desechado en medio de la naturaleza. La norma es fácil: evita convertir tus residuos en basuraleza. Porque si lo traías en la mochila, puedes llevártelo de vuelta para buscar el contenedor adecuado donde depositarlo.