El pasado 11 de mayo vio la luz el Global Renewables Outlook, primer informe de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) sobre las perspectivas mundiales de las energías renovables. Y bajo el brazo trajo una buena noticia para todos, que se convertirá en realidad si hacemos caso a la propuesta de la entidad: descarbonizar la energía y apostar por las renovables puede ayudar no solo a crear un planeta mejor y más sostenible, sino que es una vía más rápida para crear empleo, salir de la crisis económica provocada por el COVID-19, las enseñanzas de la pandemia nos deben ayudar a conseguir una economía más resiliente, inclusiva y justa. Con esta propuesta reduciríamos el calentamiento global e impulsaríamos un sector en auge con el potencial de crear millones de puestos de trabajo directos e indirectos.
La descarbonización aumentaría el PIB mundial en 98 millones
El informe calcula que la inversión total para llevar a cabo esa descarbonización tan necesaria es de 130 millones de dólares. Aun así, sus beneficios incluirían un aumento del PIB mundial en 98 millones y crearía 42 millones de empleos en energías renovables y otros 21 millones en el ámbito de la eficiencia energética. En total, según el plan propuesto por los técnicos de IRENA, los empleos en el sector de la energía en general alcanzarían los 100 millones en 2050, unos 40 millones más que en la actualidad. Además, la transición generaría unos 7 millones de puestos de trabajo nuevos más que los planes actuales de crecimiento en todos los sectores de la economía.
La ruta hacia las cero emisiones netas (o las emisiones cero) pasa por el desarrollo de tecnologías como el hidrógeno verde que será el combustible del futuro o la electrificación de uso final. A pesar de la (pareciera) ingente inversión inicial, IRENA ha demostrado que la apuesta por la descarbonización se amortizaría con creces: supondría un ahorro 8 veces superior a los costes iniciales necesarios para la transición. La agencia calcula también que por cada dólar de inversiones adicionales necesarias para una mayor (y más rápida) descarbonización, se producirían entre 2 y 5 dólares de ahorro para los ciudadanos. ¿El motivo? La energía sería más barata –es decir, el precio de la luz, por ejemplo, bajaría–. De paso, se reducirían los daños a nuestra salud y al medioambiente. Así que tanto nuestros bolsillos como el planeta saldrían ganando.