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«El pensamiento computacional se tiene que enseñar como se enseña a leer o a escribir»

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Nuria Oliver, referente mundial en inteligencia artificial, revela cómo esta tecnología tiene el potencial de ayudar a impulsar la transición ecológica y multiplicar las capacidades tanto del alumnado como de los docentes.

Aunque hace un par de años podría sonar a ciencia ficción, hoy la inteligencia artificial (IA) dibuja cuadros, escribe textos y resuelve problemas complejos en tan solo unos segundos. Y, lo que es más sorprendente, casi cualquiera puede acceder a estas herramientas. Pero, ¿puede esta tecnología ayudarnos a ser mejores profesores? ¿Puede mermar o potenciar la capacidad de aprendizaje del alumnado? ¿Y si pusiéramos esta tecnología al servicio de la transición ecológica? Nuria Oliver (Alicante, 1970), referente mundial en inteligencia artificial, miembro de la Real Academia de Ingeniería y cofundadora de la Fundación ELLIS, nos ayuda a comprender los desafíos y oportunidades de esta revolucionaria tecnología: entre otros aspectos, ha investigado los modelos computacionales de comportamiento humano, la interacción persona-máquina o el uso del big data y la IA para el bien social.

Usted dirige la red Naixus, una alianza entre diferentes centros de investigación de todo el mundo para la excelencia en inteligencia artificial (IA) centrada en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). ¿Cuáles han sido los mayores progresos de esta sinergia? ¿Qué escenario planteáis para los próximos años?

Es una red compuesta por más de una veintena de instituciones de todo el planeta, especialmente de aquellas involucradas en lo que se conoce como Global South, que agrupa países en función de sus características socioeconómicas y políticas. La diversidad de las entidades que lo forman permite tener una visión muy enriquecedora y útil, porque nuestro objetivo es que haya más investigación en las posibilidades que brinda la inteligencia artificial en el contexto del desarrollo sostenible, y contribuir a cerrar o reducir la brecha en el contexto educativo y en el conocimiento relativo a las capacidades y la formación en IA. Ese es nuestro gran reto de futuro. Y ahí estamos haciendo un gran trabajo, porque si queremos que se utilice la IA para el desarrollo sostenible, tendremos que asegurarnos que los países y las regiones para los que el desarrollo sostenible es más importante tengan esas capacidades.

En ese panorama, la Fundación Ellis Alicante, de la que soy directora científica, es cofundadora de Naixus, y tiene unas particularidades de las que también aprenden el resto, produciéndose una sinergia interesante: es la única creada desde cero, con el objetivo de atraer talento que no se conseguiría atraer de otra manera; también es única por la temática de la investigación: investiga la IA ética, responsable y para el bien social. No hay ninguna otra que tenga este foco.

La investigación en los algoritmos de IA permitirían hacer predicciones precisas en la meteorología, identificar patrones o predecir eventos extremos. ¿En qué punto se encuentra esa investigación? ¿Habría capacidad de respuesta, con el empleo de la IA, de enfrentarse mejor a los desastres naturales?

Sí, sin duda, los mejores modelos de predicción meteorológica, de predicción climática y de predicción de fenómenos extremos, ahora mismo, tanto a nivel de investigación y producción como de uso, son modelos de IA. Evidentemente, uno de los retos es conseguir desarrollar modelos predictivos que puedan anticipar un fenómeno climático extremo con la mayor antelación posible, pero eso depende del fenómeno meteorológico en cuestión y de la intensidad del mismo. Pero, sin duda, nada de esto sería posible sin la IA.

¿De qué modo la IA colabora en el desarrollo de las energías renovables y sistemas energéticos sostenibles o de economía circular?

No se puede tener energías renovables sin inteligencia artificial; las energías renovables dependen de la meteorología, de la energía fotovoltaica, de la energía eólica… Que a su vez dependen de modelos predictivos de las zonas de sol, de la intensidad del viento o de su orientación para optimizar el posicionamiento de las zonas fotovoltaicas o la producción de los molinos de viento. Además, permite hacer predicciones de la demanda energética, lo que favorece la optimización de la producción para suplir picos de esa demanda, así como poder acumular energía en momentos en los que no se necesita tanta. Todo eso se hace gracias a la IA.

ChatGPT3 logró 100 millones de usuarios en sus dos primeros meses de existencia, y 1.800 millones de consultas al mes. Sin embargo, la carrera por la IA es altamente contaminante: no solo provoca la emisión de gases de efecto invernadero, sino también un consumo ingente de agua. ¿De qué modo se trabaja para reducir ese rastro contaminante?

Esa es una muy buena pregunta, porque ahora mismo, en ese aspecto, estamos working progress. Es un área activa de investigación, la de cómo conseguir una inteligencia artificial sostenible o verde porque, efectivamente, los sistemas de IA consisten en una redes neuronales profundas, gigantes, de dimensiones inconcebibles para la mente humana, con miles de parámetros. Y estas redes necesitan grandes cantidades de datos y grandes capacidades de computación para aprender sus parámetros y ajustarlos para poder hacer algo útil, lo que se traduce en necesidades energéticas enormes. Es uno de los retos en los que se está trabajando: hay que darle mayor visibilidad a este problema para que seamos conscientes de que, cuando le preguntamos cosas al ChatGPT o utilizamos algún sistema de IA generativa, estamos teniendo un impacto medioambiental. Aunque el máximo consumo energético está en el entrenamiento de estas redes, hay un consumo energético no desdeñable en el uso personal de estos sistemas. Hay que hacer un uso razonable de la IA.

«Los mejores modelos de predicción meteorológica, de predicción climática y de predicción de fenómenos extremos, son modelos de IA»

¿Puede evitarse que la IA amplíe las posibilidades de la desinformación?

Debe evitarse, debería poder evitarse, si no vamos a tener un problema serio como sociedad. Es un problema complejo, un problema que requiere un acercamiento multidisciplinar. Por supuesto, es muy importante el elemento de la educación, cada vez más deberíamos creernos menos cualquier información que aparezca en el mundo digital, ya sea texto, imágenes o vídeo: cuestionarlo, contrastarlo, verificar sus fuentes, etc. Por otro lado, tenemos las acciones regulatorias, que contemplan como ilegales algunas de estas prácticas pero que no las evitan ni extinguen. Lo que sí que es importante es que se haga explícito qué contenidos han sido generados a partir de IA, qué contenidos son sintéticos y no correspondidos con una realidad subyacente. Eso minimizaría el impacto negativo de la generación y difusión de la desinformación. Pero es toda una batalla. Ahora mismo, generar contenidos con fines malignos se puede hacer, pero uno se tendrá que atener a las consecuencias.

En China enseñan inteligencia artificial en Primaria. ¿Cómo puede ayudar la IA artificial a mejorar los resultados educativos en el aula?

Llevo muchos años abogando por una reforma de la enseñanza obligatoria de manera que se refuercen e incluyan dos tipos de competencias. Por una parte, creo que es muy importante actualizar qué se enseña y, en ese contexto, llevo mucho tiempo proponiendo el pensamiento computacional como disciplina trasversal desde primero de Primaria, tanto para alumnos como para profesores. Esto no tiene que ser independiente, sino estar enmarcado en otras asignaturas. Tan importante como saber leer y escribir, es que se contemplen cuestiones como datos, hardware, redes o pensamiento computacional. Y esto no requiere de ordenadores.

Por otro lado, es importantísimo reforzar las habilidades de nuestra inteligencia: el espíritu crítico, nuestra creatividad. Porque son habilidades que estamos perdiendo ya que, cada vez más, nuestra interacción con otros humanos está mediada por la tecnología, lo que hace que se pierda la riqueza de la interacción cara a cara y eso no es positivo: gran parte de nuestro éxito como especie es fruto de que trabajemos en común, seamos sociables y podamos colaborar para encontrar sinergias, estar de acuerdo o no, tener empatía, etc. A este respecto, en mi libro Inteligencia artificial, naturalmente, del Ministerio de Economía, Comercio y Empresa, que se puede descargar libremente, hay un capítulo que dedico al concepto de «eruditos digitales», donde profundizo en esto.

«Confundimos no poder vivir sin el móvil con tener la capacidad para utilizarlo como herramienta para resolver problemas o inventar soluciones»

Asistimos estos días a la retirada de los móviles en los centros educativos. ¿Hemos confundido la dependencia tecnológica con ser competente en tecnología?

Efectivamente, confundimos no poder vivir sin el móvil con tener la capacidad para utilizarlo como herramienta para resolver problemas o inventar soluciones. Hay que encontrar aplicaciones que puedan ser relevantes para los adolescentes; por eso insisto en que el pensamiento computacional es una disciplina que se tiene que enseñar de la misma manera que se enseña a leer o escribir, no se aprende nada siendo un usuario pasivo de la tecnología.

¿De qué manera podría la IA concienciar a los alumnos de las cuestiones medioambientales?

La manera más directa sería con algún tipo de chatbot o sistema interactivo conocedor del reto medioambiental que tenemos por delante, que tuviese la capacidad de mantener conversaciones relevantes y motivantes para fomentar sensibilidad a este tema. Y también con sensores, controlados por el móvil, de temperatura, que hacen un uso más eficiente de la calefacción o del aire acondicionado, que alertan de si hay una ventana abierta, de cuánta basura se genera… Transmitiendo y comunicando información también se fomenta una mayor concienciación del impacto que cada uno de nosotros tiene en el medio ambiente; son pequeñas acciones pero que, combinadas socialmente, pueden tener un gran impacto positivo.

Recientemente se ha celebrado el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, una cita que pone sobre la mesa el desequilibrio de género que existe en las materias y profesiones STEAM. ¿Cómo motivaría a una alumna que se esté planteando dedicarse a este sector?

Animo a cualquier adolescente que se esté planteando qué estudiar a que conozca en qué consisten las carreras, que hable con quien las haya estudiado para tener un mejor conocimiento de las mismas y que no descarte ninguna de ellas a priori, especialmente las tecnológicas. Las carreras tecnológicas, como ingeniería informática o similares, son las que tienen más salidas laborales y son carreras extremadamente versátiles. Si tienes conocimiento tecnológico puedes trabajar en cualquier sector, y se estima que va a haber una demanda de cientos de miles de puestos de trabajo en este campo. Puestos de trabajo que no vamos a poder suplir porque no hay suficientes personas para ellos.

Además, estas carreras ofrecen oportunidades laborales muy bien remuneradas y con una flexibilidad laboral que no tienen muchas otras. Es muy común, en el sector tecnológico, poder trabajar desde casa y definir tu propio horario, lo que permite conciliar de manera muy fácil.

Texto: Esther Peñas