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5 pasos para crear un huerto escolar

Aprender de forma directa sobre los ecosistemas, desarrollar empatía e incluso mejorar la alimentación del alumnado son solo algunos de los beneficios que aporta la creación de un huerto en el colegio. En este artículo te contamos cómo ponerlo en marcha.

¿Qué mejor manera de aprender sobre el equilibrio de la naturaleza, los ritmos biológicos, o el ciclo de vida de las plantas, que siendo parte activa de un pequeño ecosistema? Esta es la propuesta de los huertos escolares, pequeñas parcelas en las que el alumnado puede aprender y sumergirse en primera persona en las ciencias naturales mientras desarrolla la capacidad de atención, la empatía, el trabajo en equipo y –¿por qué no?– el amor por la naturaleza.

Beneficios del huerto escolar: aprendizaje práctico y conexión con la naturaleza

Crear un huerto es una experiencia de vida única. Una actividad capaz de conectar a las personas con la naturaleza y con el suelo. Una herramienta educativa transformadora capaz de enseñar a cultivar, a analizar lo que comemos, a cuidar de la salud y a ser más sostenibles.  Realizar un huerto en el ámbito escolar invita a la experimentación, proporciona alimentos frescos y saludables y fomenta la autoestima. Es casi magia ¡vamos a crear aquello que vamos a comer!

La creación de un huerto es una actividad que se fomenta desde diferentes instituciones nacionales e internacionales como, por ejemplo, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que subraya el valor de crear huertos ecológicos para la educación y la correcta nutrición de la infancia. Señala, además, que la mejor forma de conseguirlo es utilizar productos frescos de la huerta en el comedor escolar.

La FAO subraya el valor de crear huertos ecológicos para la educación y la correcta nutrición de la infancia

Además, según el Programa de Acción Global sobre Educación para el desarrollo sostenible de la UNESCO contra la crisis medioambiental, la agroecología escolar es una forma de participación en el sistema de producción, transformación y consumo de los alimentos. Algo que ayuda a impulsar entornos más cohesionados y sostenibles y que, además, suele encantar al alumnado. Pero ¿cómo empezamos? Ante todo, esta tarea requiere un diseño inicial y una planificación, ¡apunta!:

Paso 1. Planificación y diseño para un huerto escolar exitoso.

Es esencial programar el momento del año adecuado, tanto desde una perspectiva curricular como climática. Además, el diseño debe contemplar la ubicación del huerto en la escuela. Has de respetar medidas de seguridad y accesibilidad, así como también crear un calendario de cultivo en función de las estaciones.

Paso 2. Selección de ubicación.

El área debe ser accesible para todos los estudiantes y preferiblemente soleada. Se recomiendan al menos seis horas de luz solar diarias y un suelo con un buen drenaje.

Puedes animar a la comunidad educativa a participar en la selección del lugar. El proceso se convertirá en un desafío beneficioso para la escuela. Discutir sobre qué plantar y cómo organizar el espacio fortalece el sentido de unión y pertenencia, crea diversidad y dinamismo. Y si no se dispone de una parcela, bienvenidas sean las macetas de gran tamaño o las mesas de cultivo.

Paso 3. Preparación del suelo

Eliminar entre todos las malas hierbas y las piedras o aflojar la tierra para plantar, son tareas importantes. Así como enriquecer el suelo con abono y sustratos esenciales para la fertilidad. También se puede pedir la colaboración de las familias para reciclar residuos orgánicos y crear el compost ecológico, o hacerlo en la propia escuela: esta es una práctica beneficiosa que nutre a las plantas y promueve la sostenibilidad.

Se recomienda optar por variedades de plantas que se adapten bien al clima local y sean fáciles de cuidar para los estudiantes

Paso 4. Elección de plantas adecuadas para el huerto escolar

Has de optar por las variedades que mejor se adapten al clima local y sean fáciles de cuidar para los estudiantes. Por ejemplo, los tomates, las lechugas, las zanahorias y los calabacines, o hierbas aromáticas como albahaca, cilantro y menta, son opciones populares y de crecimiento rápido. Además, se pueden obtener las semillas y volver a plantar al año siguiente.

Paso 5. Cuidar de las plantas involucrando a estudiantes, maestros y padres en el proyecto del huerto escolar

Establecer un calendario de riego y fomentar la participación de la comunidad educativa en estas tareas promueve la responsabilidad y la planificación entre el alumnado. Al final, mantener el suelo húmedo o controlar las malas hierbas son prácticas necesarias que requieren de un compromiso continuo.

Recuerda, el huerto escolar es una herramienta educativa invaluable. Observar el ciclo de vida de las plantas y explorar temas como la alimentación y la salud en un entorno al aire libre, enriquece el aprendizaje, fomenta la curiosidad y la investigación y promueve la conciencia ambiental y la conexión con la tierra.