Un instrumento para las emociones
A diferencia de los animales, los seres humanos hemos llevado los sonidos a un nivel artístico y simbólico: la música. Desde tiempos inmemoriales, la música ha sido una forma de expresión universal que trasciende culturas y lenguas. Pero ¿por qué nos conmueve tanto? La respuesta está en nuestro cerebro. La música activa regiones relacionadas con las emociones, como el sistema límbico, y también estimula la producción de dopamina, una hormona asociada con el placer.
Así como las aves cantan para atraer pareja, las personas usamos canciones para expresar amor o consuelo. Mientras que los animales utilizan sonidos para advertir de peligros inmediatos, los humanos hemos creado melodías que narran historias de pérdida, esperanza o alegría. Esta riqueza expresiva hace de la música una poderosa herramienta educativa y emocional.
En el aula, ¡música maestro!
Entender este lazo entre sonidos, música y emociones puede ser un recurso valioso para los docentes. Una de las actividades recomendadas es el emocionario musical, una dinámica que permite a los estudiantes identificar sus emociones a través de la música. La actividad consiste en seleccionar canciones que representen distintas emociones y relacionarlas con dibujos que simbolicen hasta 42 estados emocionales, como miedo, gratitud, esperanza o euforia.
Cómo implementarlo:
- Preparación: El docente crea una lista de canciones que evoquen emociones específicas.
- Escucha activa: Se reproduce una canción en clase y se invita a los estudiantes a identificar qué emoción sienten al escucharla.
- Emparejamiento: Los estudiantes eligen un dibujo que represente la emoción percibida y lo explican al grupo, fomentando la autorreflexión y el debate.
- Discusión grupal: Se reflexiona sobre cómo la música puede influir en su estado de ánimo y cómo podrían usarla para manejar sus emociones en el día a día.
Este ejercicio no solo promueve el autodescubrimiento, sino que también ayuda a los estudiantes a desarrollar la empatía al comprender que todos experimentamos emociones similares, aunque las expresemos de manera diferente.
Otra actividad valiosa para el aula es la elaboración de mapas sonoros como técnica para la relajación y disminución del cortisol o estrés en el alumnado. Cada uno tendrá una hoja en blanco con una marca en el centro que los representa a ellos mismos. En un ambiente silencioso y calmado, tendrán que ir representando qué es lo que escuchan en cualquiera de las direcciones que les rodean, a través de dibujos. Esta actividad es especialmente recomendable realizarla al aire libre y dar al alumnado la libertad de situarse donde prefieran dentro de este ambiente amplio pero controlado. No solo fomenta la conciencia ambiental y sensorial, sino que también ayuda al alumnado a identificar cómo el entorno sonoro influye en su bienestar. Además, si los realizan fuera del centro a nivel individual y se comparan, se refuerza la idea de que los sonidos forman parte de la identidad de un lugar, tal como la música lo hace en la vida humana.