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Sunita Narain: una vida dedicada a la lucha contra la contaminación

Sunita Narain

Con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer, presentamos a una de las cien personas más influyentes del planeta: la activista y ecologista lucha desde muy joven por reducir la contaminación atmosférica y mejorar las condiciones climáticas tanto de su país como del resto del mundo.

Cambio climático, problemas respiratorios, enfermedades cardiovasculares, disminución de la biodiversidad… La contaminación atmosférica es, sin duda, uno de los mayores problemas tanto para la salud ambiental como para la humana. Y es por esto que se ha convertido en uno de los asuntos prioritarios en la lucha por recuperar el equilibrio medioambiental y construir entornos mejores. Sobre todo en algunos países, como es el caso de India, uno de los más contaminados del globo –basta con visualizar las habituales imágenes de Nueva Delhi sumergida en una niebla de partículas contaminantes–. Una realidad que amenaza la calidad de vida y el equilibrio de los ecosistemas del país más poblado del mundo, y que Sunita Narain (Nueva Delhi, 1961), activista, escritora y ecologista, se negó a aceptar: desde hace décadas, dedica su vida a intentar mejorar las condiciones de habitabilidad ambiental para la gente de su país y del mundo entero.

Y es que a Narain siempre le ha preocupado la contaminación del aire y sus consecuencias, por eso participa asesorando y formulando políticas en proyectos sostenibles de todo el planeta. Además, ha analizado y escrito sobre cómo el medio ambiente debe sustentar las condiciones de vida de las personas y promover su seguridad. Todo un reto teniendo en cuenta que en India mueren anualmente miles de personas a causa de problemas derivados de la toxicidad del aire: se calcula que cada persona vivirá, de media, 5 años menos a causa de la contaminación atmosférica.

La vuelta a la India

Narain viene caminando desde lejos. Con apenas 19 años, la activista ya tenía claro que quería dedicarse al ámbito ecológico. A principios de la década de los 80 comenzó a trabajar como investigadora en el Centro para la Ciencia y el Ambiente –del que ahora es directora general–. Pero ella quería conocer ampliamente la naturaleza de India y profundizar en el papel de los bosques en el medio ambiente. Por eso recorrió todo el país con el objetivo de entender cómo se gestionaban los recursos naturales.

Con toda la información recabada y con el apoyo del también activista Anil Agarwal, creó una estrategia para el desarrollo ambiental rural y participativo que apareció en el libro Towards Green Villages. Uno de los puntos principales del análisis se centra en la necesidad de la democracia participativa local para lograr un desarrollo sostenible. Es decir, que la población tuviese más peso en las decisiones y acciones políticas de sus territorios.

¿Cómo podemos ayudar a prevenir la contaminación del aire?

Aunque no tengamos la posibilidad de trabajar de forma tan global como Sunita Narain, tal como refleja uno de los puntos centrales de su carrera, con pequeñas acciones locales podemos llegar a cambiar el mundo a través, por ejemplo, de la reducción de los niveles de contaminación en el aire allá donde vivamos (o vayamos). Por eso planteamos a continuación tres pequeños consejos que, tanto docentes como alumnado, podemos aplicar en nuestro día a día:

La activista defiende que la democracia participativa local es clave para lograr un desarrollo sostenible.

  • Utilizar el transporte público, la bicicleta o caminar. Vivamos en una ciudad grande o pequeña, siempre existe la opción de dejar el coche a un lado y evitar que sigan aumentando los niveles de dióxido de carbono y otros gases contaminantes. Además, si optamos por la bici o por ir a pie, activamos nuestro organismo e inyectamos energía, lo que ayudará a ejercitar nuestro cuerpo y mejorar nuestra salud.
  • Incorporar plantas en la escuela o en casa. Si las ubicamos en el interior, nos ayudarán a renovar el aire y respiraremos más puro. Y las que coloquemos en las ventanas o balcones nos permitirán tener un poco más de oxígeno. Además, si sembramos o trasplantamos, estaremos en contacto directo con la tierra, una sensación muy placentera y estimulante para el alumnado. Algo que nos ayudará también a explicar el funcionamiento de las plantas y ecosistemas, especialmente, si trabajamos con un pequeño huerto escolar.
  • No desperdiciar comida y optar por productos locales. Es una forma de evitar la sobreproducción de alimentos y, por tanto, de reducir las emisiones de dióxido de carbono emitidas a la atmósfera. Además, si los productos que consumimos se elaboran cerca del supermercado en el que se venden, tendrán que recorrer menos distancia hasta la tienda y, por tanto, su transporte será menos contaminante.

«No somos conscientes de que nos encontramos en una emergencia climática. Pero ese no es el principal problema: no nos percatamos de que no somos conscientes», dice Narain. Para ella, el cambio llegará cuando nos demos cuenta de que este es posible. Desde nuestros hogares, escuelas, parques, barrios o ciudades, cada gesto y cada paso suma en el camino hacia un planeta que respire a pleno pulmón.

Texto: Esmeralda R. Vaquero
Ilustración: Nicolás Aznárez