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Reciclaje orgánico: Cuando la basura se convierte en vida

Reciclaje orgánico

Las latas, el aluminio o el cartón son materiales que separamos y reutilizamos, y no es difícil pensar una nueva vida para ellos. Pero, ¿qué pasa con los residuos orgánicos? ¿Cómo reciclamos la piel de plátano o el hueso de la ciruela? En este artículo brindamos algunas claves de cómo hacerlo desde las aulas.

Los niños y niñas pueden ver muchas cosas en una simple botella de plástico: un barco, una hucha, un jarrón… Y es sabido que también en las cajas de cartón: en su mente se transforman en palacios, refugios o naves espaciales. O incluso de una prenda vieja pueden ver un vestido de gala. Pero es probable que cuando estén frente a mondas de fruta o migas de pan, solo vean residuos. Pero, ¿y si los residuos orgánicos (o biorresiduos) también pudiesen tener muchas más vidas?

¿Qué son los biorresiduos?

A diferencia de los residuos que echamos al contenedor amarillo o al azul, que son siempre resultado de la fabricación humana, los biorresiduos son aquellos restos que quedan de materia orgánica, y que muchas veces terminan mezclándose con elementos como pañales o tazas rotas el contenedor gris (el de resto). Algunos ejemplos son:

  • Huesos y restos de carne
  • Espinas y restos de pescado, así como caparazones y conchas de marisco
  • Cáscaras de huevo y pieles y cáscaras de frutos secos
  • Restos de comida y comida en mal estado
  • Papel de cocina sucio
  • Tapones de corcho
  • Serrín
  • Mondadientes y palos de helado, palillos de comida china o de cocinar pinchos

Estos residuos suponen entre un 30 y un 40% sobre el total de residuos generados en países como España y son clave para la transición hacia una economía circular y el impulso de sistemas de vida más sostenibles. Pero muchas veces no se tratan correctamente debido a la falta de conciencia de su potencial de reciclaje y transformación, porque, ¿cómo van estos residuos a tener nuevas vidas?

¿Qué es el reciclaje orgánico?

Aunque la costumbre o la intuición no acostumbren a visualizarlo, este tipo de residuos pueden –literalmente– crear nuevas vidas gracias al reciclaje orgánico, que se realiza a través del contenedor marrón presente en cada vez más municipios. La correcta descomposición de estos materiales a través de animales como las lombrices o los bichos bola, permite elaborar compost para enriquecer los sustratos donde crecen las plantas. Pero esta es solo una de las potencialidades, ya que los residuos orgánicos son también la base de los biocombustibles, fórmulas sostenibles que auguran la descarbonización de sectores tan complejos como el de la aviación.

Pero, además de su valor ecológico, el reciclaje orgánico puede ser una valiosa actividad educativa para comprender el equilibrio de los ecosistemas, el ciclo de la vida o el cuidado de los organismos vegetales. A continuación, destacamos algunas de las actividades y acciones que se pueden impulsar desde las aulas (y también desde casa):

Los residuos orgánicos representan entre un 30 y un 40% sobre el total de los residuos en países como España, pero muchas veces no se tratan correctamente

Cómo hacer compost

Una de las mejores ideas es crear una pequeña planta de compostaje en la escuela donde depositar los restos de comida del almuerzo del alumnado, del comedor o de jardinería. Pero, ¿cómo hacer compost? En esta guía ilustrada elaborada por el Ayuntamiento de Madrid podrás ver en detalle todos los pasos. Pero, en resumen, el proceso consistiría en instalar o crear un espacio para el compostaje (compostera) al que ir añadiendo los diferentes residuos tratando de cuidar el equilibrio entre la materia húmeda y la seca. Estos son algunos de los biorresiduos ideales para el compostaje:

  • Residuos húmedos
  • Restos crudos de verduras y frutas
  • Restos de jardinería y huerta
  • Trozos de pan
  • Poso de café y té, filtro incluido (teniendo cuidado con las grapas)
  • Cáscaras de huevo
  • Residuos secos
  • Césped marchito
  • Hojas de otoño
  • Podas y restos leñosos
  • Envases de cartón y cajas de huevos

Huerto y jardín escolar

Gracias al compost, resultará mucho más fácil mantener jardines o huertos, ya que los nutrientes que se generan en el proceso de compostaje no solo harán crecer a las plantas más sanas y fuertes, sino que también evitarán las malas hierbas. Además, el huerto puede ayudar a enseñar el cuidado de las plantas y los ritmos de la naturaleza a través de un ciclo 100% cerrado y natural. A su vez, la gestión puede reforzar la educación en los valores de la responsabilidad, el orden o la paciencia.

A través del compostaje, la basura orgánica puede ayudar a hacer crecer un huerto o a que florezcan las plantas del jardín

Potencialidades didácticas de los bioresiduos

Más allá del compost, los biorresiduos pueden servir para estimular el aprendizaje infantil de muchas otras formas. Por ejemplo, la celebración de talleres prácticos en función de la estación puede reforzar el conocimiento sobre las muchas formas de aprovechar los recursos y materiales en los distintos momentos del año. Aquí, sería ideal centrar una sesión en explorar las frutas y verduras de cada temporada y proponer ideas de aprovechamiento o reciclaje con los residuos que puedan generar. Por ejemplo, con los restos de pimientos, zanahoria o puerro se puede hacer un caldo base ideal para casi cualquier estofado.

Otra idea puede ser la realización de esculturas y dibujos con desechos orgánicos. O dejar que el alumnado piense, de forma científica, para qué se podrían aprovechar estos residuos. Al final, encontrar soluciones para temas como el reciclaje es un gran ejercicio de creatividad e imaginación. Por ello, dejar que la curiosidad se convierta en ideas es una buena forma de expandir los horizontes mentales de los más pequeños. ¡Que empiece la competición! ¿Quién tendrá la idea más innovadora?

Hay mil formas divertidas y educativas de concienciar a los niños y niñas sobre las posibilidades de los biorresiduos y dar forma o propósito a algo que estaban a punto de tirar. Sin embargo, este gesto también necesita de una motivación e impulso por parte del equipo docente, que debe estar comprometido de antemano a este tipo de actividades (especialmente con las de reciclaje orgánico). Por ello, la conciencia ambiental no solamente debe incluirse en los programas educativos: también es importante formar a los equipos profesionales de la escuela (profesores, personal del comedor, jardineros…) para que tengan las herramientas necesarias para impulsar este tipo de actividades. Una buena guía para impulsar y facilitar este proceso de aprendizaje puede ser, por ejemplo, el programa Huerto de Biodiversidad en centros educativos de Fundación Global Nature. En definitiva, la teoría es esencial, pero la colaboración y conciencia ambiental, son imprescindibles.

Texto: Ariadna Romans

Ilustración: Nicolás Aznárez