Apenas faltan un par de días para que llegue el solsticio de verano y con él la noche de San Juan. Una de las celebraciones más mágicas del calendario, donde la alegría por la llegada del verano se mezcla con la nostalgia del curso que termina. Por eso, quizás estas horas previas al 23 de junio sean el mejor momento para echar la vista atrás y recopilar los desafíos, oportunidades, aciertos y errores de este curso escolar, antes de renovar el ciclo tras el paso de las hogueras.
Este año han entrado en las modificaciones relativas al currículo de la Ley Orgánica de Modificación de la Ley Orgánica de Educación (LOMLOE) en los cursos impares de Primaria. Una norma que se sustenta en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Agenda 2030, y trae consigo nuevas competencias y desarrollos curriculares clave sobre todo en cuestiones de medioambiente y de sostenibilidad.
Y, como toda transición, esta también supone avances y despierta desafíos. El currículo debe adaptarse para asegurar que los contenidos promueven el desarrollo sostenible, la justicia social y la igualdad de género, entre otros aspectos. Lo esencial, entonces, es que los temas relacionados con los ODS y la Agenda 2030 se incluyan de forma transversal en las diferentes asignaturas para que todos los y las docentes puedan fomentar entre su alumnado una visión multidisciplinar e integral. Una conexión que, tal como explica Arancha Calvo, maestra del CEIP Pinoduero en Tudela de Duero, en Valladolid, ayuda a que los alumnos y alumnas «se formen como ciudadanos responsables y comprometidos con el medio ambiente».