Ya estamos en primavera y tal vez hayas notado algún cambio en tu cuerpo. Al contar con más horas de luz, salimos más a la calle y generamos hormonas que nos producen bienestar. También sucede al contrario. Algunas personas se sienten más cansadas o sufren algún tipo de alergia. Estos cambios forman parte del ciclo natural de las estaciones y son temporales. Sin embargo, ¿qué ocurriría si los cambios fuesen más bruscos y se prolongasen durante mucho más tiempo? ¿Te has parado a pensar cómo podrían afectar esos cambios duraderos a otros seres vivos? Hoy hablamos de cómo los animales se adaptan al medio y al cambio climático.
El cambio climático es una variación del estado del clima durante un largo periodo de tiempo, ya sea por causas atribuibles a la acción humana, ya sea por causas naturales, como figura en el Glosario publicado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Según concluye el grupo de expertos, actualmente vivimos una subida global de las temperaturas inequívocamente causada por la acción humana que aumenta la frecuencia y virulencia de sequías e inundaciones extremas, el deshielo de los polos o el incremento del nivel del agua del mar. Todos estos factores amenazan el equilibrio de los ecosistemas y, por lo tanto, la supervivencia de cientos de especies adaptadas a unas condiciones ambientales que cambian más rápido de lo que pueden soportar.
Animales que se adaptan al medio, ¿es posible?
Los seres vivos se adaptan al medio ambiente para sobrevivir y mantener la especie. Por ejemplo, en zonas muy frías los animales desarrollan una capa de grasa y mucho pelaje para mantener la temperatura corporal, mientras que en zonas cálidas ocurre justo al revés. Ahora bien, esta adaptación no es como ponerse una chaqueta cuando hace frío y quitársela cuando llega el calor. La evolución de una especie requiere de muchas generaciones, de siglos e incluso millones de años. Sin embargo, de forma similar a los cambios que provoca la primavera en aves como las golondrinas, los abejarucos o las águilas calzadas, que regresan a sus hogares europeos desde África con la llegada de la estación, algunos animales ya empiezan a mostrar pequeñas adaptaciones a las nuevas condiciones ambientales.