Con cada pisada un crujido resuena a nuestros pies. El silencio que cae sobre el paisaje cuando la nieve cubre la tierra amplifica los sonidos. La vida parece detenerse a causa de este manto blanco, pero no es verdad, animales y plantas continúan con la vida bajo la nieve. Las estampas nevadas son una característica estacional de numerosas regiones del mundo, pero el cambio climático está cambiando las reglas del juego. En los últimos años, se ha reducido progresivamente la profundidad, la duración y la extensión del manto nivoso, un conjunto de estratos de nieve capaz de albergar vida no solo en la superficie. Entre el mullido manto y el suelo, se esconde un refugio transitorio para la fauna y la flora: el subnivium.
En pleno invierno, nos cuesta salir de la cama por la mañana porque el edredón nos ofrece un confortable (y cálido) refugio. Algo similar les ocurre a especies animales como el lagópodo común, un ave que habita zonas boscosas y que cava madrigueras en la nieve para refugiarse durante las noches frías. Las marmotas siguen el mismo modus operandi: crean madrigueras rocosas y las aíslan con follaje y nieve ligeramente compactada, la cual ejerce un efecto aislante que les permite hibernar hasta cinco meses. Más al fondo de la superficie, la ardilla de tierra ártica cava agujeros de hasta un metro de profundidad bajo la nieve, y sobrevive durante ocho meses reduciendo su metabolismo y temperatura corporal a –2,7 grados centígrados, todo ello sin que se dañen sus órganos vitales ni se congelen sus fluidos corporales.
Descubre en este artículo qué se puede encontrar en el subnivium.