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Voluntariado ambiental: cuidar el planeta entre todos

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En el mundo hay miles de personas que, de forma altruista, emplean su tiempo y su esfuerzo en la conservación y el cuidado del medio ambiente. Recoger basura abandonada en espacios naturales, cuidar especies protegidas, concienciar a la población… La lista de tareas es tan extensa que cualquier perfil tiene cabida en ella. Y cada día más gente se suma a la causa. Vamos a ver en el aula qué hacen los voluntarios para cuidar el planeta.

La llamaban la mujer árbol. Wangari Maathai, primera africana en recibir un Nobel de la Paz, dedicó toda su vida a hacer del planeta un lugar más seguro. Sin esperar nada a cambio. Siempre dijo que los únicos que podían inspirar eran los que se iban sin dejar de trabajar por la vida de los demás. Y eso hizo: dedicó hasta el último día de su existencia al Movimiento Cinturón Verde, una organización no gubernamental fundada en 1977 con el objetivo de luchar contra la deforestación y por la independencia económica de las mujeres africanas. La de Maathai es una historia de tantas en el voluntariado ambiental, un sector donde germinan cada día cientos de proyectos para la conservación del medio ambiente.

Miles de personas que, altruistamente, le devuelven al planeta un poco de lo que nos ha dado, y cuya labor es especialmente reconocida con la celebración del Día Internacional de los Voluntarios cada 5 de diciembre. Si bien no es nada nuevo, este tipo de voluntariado ha tomado especial repercusión en los últimos años a medida que han crecido la incertidumbre y las advertencias de la comunidad científica. Cada vez hay más personas interesadas en aportar su granito de arena.

Hay miles de personas que, altruistamente, le devuelven al planeta un poco de lo que nos ha dado

Y es que en la preservación del medio ambiente siempre hay trabajo por hacer. Limpieza de playas, restauración forestal, cuidar especies protegidas, concienciación… la lista es infinita y apta para todos los públicos: algunas actividades abarcan acciones que necesitan una implicación absoluta –por ejemplo, trabajar en países en vías de desarrollo para promover la agricultura regenerativa– mientras que otras solo requieren una pequeña parte de nuestro tiempo –como dedicar un par de horas a la semana a cuidar de huertos urbanos o recoger desechos abandonados en la arena–.

Todo depende de lo que queramos buscar y de nuestra experiencia, nuestra edad y nuestras inquietudes. Por ejemplo, los que destacan más por su capacidad comunicativa que por sus habilidades físicas pueden ser voluntarios educativos y recorrer las aulas promoviendo una nutrición más sostenible o llevando a los alumnos a rutas por los bosques para comprender mejor la importancia de los ecosistemas.

Además, es una experiencia muy gratificante: en 2020, la organización SEO Birdlife elaboró el primer informe estadístico sobre el voluntariado ambiental de España y descubrió que las motivaciones principales de los voluntarios tienen que ver con aquello que puedan recibir de esa actividad desinteresada, como el aprendizaje y el disfrute personal. Precisamente esta organización puso en marcha un programa de voluntariado juvenil, LIFE followers, donde más de 1.300 jóvenes de 17 a 30 años dedicaron 50.000 horas de trabajo para proteger la Red Natura 2000, la mayor red de espacios protegidos de la Unión Europea. De la misma forma, WWF España desarrolla programas de recuperación de zonas degradadas y, con una mirada más internacional, la Comisión Europea dedica parte del programa Erasmus + a la promoción de la concienciación medioambiental en distintos países para jóvenes entre 17 y 30 años.

Como actuar localmente también provoca un efecto global, el voluntariado ambiental a pequeña escala tiene su espacio

Como actuar localmente también provoca un efecto global, el voluntariado ambiental a pequeña escala tiene su espacio. Un buen ejemplo es el Proxecto Ríos, una entidad gallega que promueve la retirada de residuos de los ecosistemas fluviales, o la GREFA, cuyos voluntarios han ayudado ya a más de 50.000 animales silvestres reintroduciendo poblaciones en sus hábitats. Es buena idea empezar por este tipo de proyectos si es la primera vez, ya que nos ayudan a conocer mejor este mundo altruista y encontrar, poco a poco, nuestro camino.

Quizá os estéis preguntando si también existen voluntariados ambientales que impliquen a las aulas. La respuesta es sí: Un claro ejemplo es el proyecto de educación ambiental Aulas LIBERA, cuyo objetivo es concienciar y trabajar sobre el problema de la basuraleza con todos los centros educativos que quieran formar parte de esta iniciativa. También podéis consultar esta lista elaborada por el Ministerio de Transición Ecológica para conocer otras iniciativas de educación y voluntariado ambiental actualmente activas a lo largo y ancho de nuestro país.

Foto: CEIP Los Puentes, Colindres (Cantabria), participante en Aulas Libera.

Texto: Cristina Suárez