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Un nuevo curso para trabajar los retos ambientales

retos ambientales

Los colegios abren de nuevo sus puertas y, con ellas, la oportunidad de potenciar la educación ambiental en las aulas, especialmente enfocada en concienciar sobre los múltiples desafíos climáticos a los que todavía se enfrenta la humanidad.

Hace unas semanas parecía que el verano no iba a terminar nunca, pero como todo lo bueno, la estación de la diversión por antonomasia también tiene que acabar para dar paso a nuevas vivencias. Los más pequeños echan de menos retomar la rutina y reencontrarse con sus amigos de clase para escuchar todas sus aventuras estivales. También, por supuesto, aprender.

Oficialmente, el nuevo curso está aquí. Y no es como otro cualquiera. Hace un año, el Gobierno aprobó la nueva Ley de Educación , la cual, entre otros asuntos, hizo referencia explícita por primera vez a la Educación para el Desarrollo Sostenible y la Educación para la Ciudadanía Global reflejadas en la Agenda 2030. En otras palabras, los nuevos currículos incluyen ahora un enfoque ecosocial en todas las materias, acompañando una labor que muchos docentes ya vienen haciendo con proyectos e iniciativas sobre educación ambiental.

Este nuevo aprendizaje sostenible no es más que el reflejo de una realidad cada vez más presente en todas las agendas, ya que la humanidad –y con ella el futuro del planeta–continúa enfrentándose a importantes problemas medioambientales. Por eso, este 2022-2023 es una gran oportunidad para que los niños y las niñas puedan seguir aprendiendo de todos los retos que quedan por resolver y que, sin duda, los profesores sabréis aprovechar hasta el último día lectivo. Os dejamos un pequeño resumen de los desafíos más urgentes.

El aprendizaje sostenible no es más que el reflejo de una realidad cada vez más presente en todas las agendas

La pérdida de biodiversidad

El deterioro de los hábitats es la principal causa de la pérdida de flora y fauna en el planeta. Según un estudio publicado por la revista Science, uno de los más amplios realizados hasta la fecha, la abundancia de animales y plantas en el globo se ha desplomado hasta alrededor de un 85% de su valor original. Una cifra que, además, no incluye los daños provocados por los devastadores incendios forestales que han asolado numerosos países –incluido España– este verano. Por si fuera poco, las olas de calor han incrementado también las temperaturas de los océanos, desplazando a numerosas especies, por lo que se vuelve más urgente que nunca concienciar sobre la importancia de proteger el entorno que nos rodea.

La recuperación de espacios naturales

Como ya sabemos, el fuego no ha dado tregua en los últimos meses: las llamas han conseguido acabar con más de 275.000 hectáreas en nuestro país, dejando imágenes tan duras como las del incendio de la Sierra de la Culebra (Zamora). Se trata de un área muy extensa de espacios naturales dañados, y es fácil entender que su recuperación resulta clave para el futuro si tenemos en cuenta este dato: de promedio, tan solo en un encinar español, un único árbol libera una media de 42 kilos de oxígeno al año.  Pero, además, los espacios naturales también nos aportan recursos para alimentarnos, constituyendo el hogar de toda esa biodiversidad que mantiene los ecosistemas en forma y que nos protege de las enfermedades. Aprender a cuidarlos (y recuperarlos) es cuidarnos.

La utilización racional del agua

Saber aprovechar cada recurso que nos brinda el planeta forma parte de las acciones que debemos llevar a cabo para minimizar nuestro impacto sobre él. Sobre todo si hablamos de uno tan fundamental para la vida como el agua. Ahora mismo, debido a la influencia del cambio climático y de las altas temperaturas, Europa vive la peor sequía en 500 años, lo que implica prestar una mayor atención al despilfarro de agua en todos los ámbitos. Garantizar el futuro de este recurso pasa por conocer el volumen real del agua que consumimos a diario y nuestra huella hídrica, organizando actividades en clase que lleven a hábitos más respetuosos.

El exceso de residuos

De la mano de un modelo económico que nos ha llevado a consumir más de lo que necesitamos va la producción excesiva de residuos. Cada año se recogen en el mundo una cantidad estimada de 11.200 millones de toneladas de residuos sólidos, mientras que la desintegración de la proporción orgánica de estos residuos sólidos contribuye aproximadamente al 5 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Es importante que la sociedad se conciencie de la importancia de la acción individual, adentrando a los más pequeños en la economía circular, en un consumo mucho más responsable y en el reciclaje.

Este nuevo curso es importante apostar por la transmisión de los valores medioambientales en unas clases marcadas por una enseñanza más verde, sostenible y pedagógica

Una mejor alimentación (y un menor desperdicio)

Comer saludable y mediante una alimentación local no solo va enlazado con los hábitos que se deben enseñar en la escuela: también es una cuestión medioambiental. En la actualidad, el sistema alimentario global provoca el 8% de las emisiones, representa el 70% del consumo de agua y el 80% de la pérdida de biodiversidad a escala planetaria debido a la agricultura y la ganadería. Así, las dietas sanas, variadas y equilibradas, ricas en productos de temporada y de proximidad son de gran ayuda para combatir el cambio climático.

El uso de combustibles fósiles

El gran reto de nuestra historia. Si bien ya se ha insistido en lo fundamental de las energías renovables para acabar con las emisiones de esta energía tradicional, nunca está de más seguir descubriendo con el alumnado todas las bondades de la transición verde. Los combustibles fósiles se acercan poco a poco a su final –en España, por ejemplo, las renovables produjeron en 2021 el 46,7% de toda la electricidad generada–, pero aún siguen representando más del 80% del consumo energético global.

En realidad, todo lo que hagamos en nuestro día a día está íntimamente conectado con la salud del medio ambiente, por lo que abrir de nuevo las puertas de los colegios este año no se trata tanto de comenzar un nuevo curso como de apostar por transmitir los valores adecuados en unas clases marcadas por una enseñanza más verde, sostenible y pedagógica. Gracias al afán de los docentes por seguir trabajando en la concienciación de las generaciones más jóvenes, desde Naturaliza estamos seguros de que este 2022-2023 estará plagado de nuevas ideas y actividades para seguir protegiendo el planeta desde el pupitre y también fuera, en contacto con la naturaleza. ¿Y vosotros, notáis ya las ganas de aprender?

Texto: Cristina Suárez