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Árboles contra el cambio climático

árboles contra el cambio climático

Seguro que en clase habéis hablado más de una vez de lo importantes que son los árboles, y de por qué hay que cuidarlos y respetarlos. Plantar árboles se ha concebido durante los últimos años como una de las acciones más sencillas y baratas para combatir la crisis ambiental. Pero ¿de verdad es tan eficaz?

¿Qué ventajas nos ofrecen los árboles contra el cambio climático? A medida que el cambio climático se ha hecho hueco en nuestras conversaciones, también han florecido numerosas acciones para paliarlo. Una de las más populares de los últimos años, gracias a su sencillez, su coste y sus beneficios, ha sido la de plantación árboles: debido al proceso de fotosíntesis, estos son capaces de absorber el dióxido de carbono de la atmósfera y expulsarlo como oxígeno, haciendo más limpio el aire que respiramos, regulando las temperaturas y reduciendo, en consecuencia, el resultado de los gases de efecto invernadero.

Según un estudio publicado en la prestigiosa revista Science, todavía queda mucho espacio para hacer crecer nuevos árboles. Solo durante el año pasado, la deforestación, motivada por la actividad humana, arrasó con 43 millones de hectáreas de bosques en todo el mundo, provocando importantes impactos en los ecosistemas, los suelos y las poblaciones que habitan sus alrededores.

Como respuesta, las plantaciones masivas de árboles se han convertido en la piedra angular de numerosas campañas medioambientales: más árboles, más oxígeno. Pero ¿realmente esta técnica tan simple es suficiente para contrarrestar el cambio climático?

 “Por muchos árboles que se planten, estos no son capaces de absorber todo el dióxido de carbono que producimos”

Recientemente David Breshears, un experto en bosques de la Universidad de Arizona, defendía que «no podemos plantar árboles para salir de la crisis climática». Creer que podemos hacerlo es soñar en vano. En primer lugar, porque los árboles no son capaces de absorber todo el dióxido de carbono que producimos –los bosques absorben 16.000 millones de toneladas métricas al año, mientras que, tan solo en 2020, los combustibles fósiles emitieron 34.000 millones–. En segundo lugar, porque la reforestación excesiva puede acabar provocando el efecto contrario ya que, a más árboles plantados sin control, mayor riesgo de que terminen ardiendo debido a las temperaturas cada vez más extremas (convirtiéndose, por tanto, en una nueva fuente de emisiones).

En otras palabras: la solución de plantar árboles tan solo jugaría un pequeño papel en la lucha para combatir el cambio climático de no acompañarse con medidas más ambiciosas como las incluidos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible: avanzar en la transición energética, proteger nuestros ecosistemas, frenar la deforestación, rediseñar la gestión forestal y cambiar nuestra forma de consumo.

“La solución de plantar árboles tan solo jugaría un pequeño papel en la lucha contra la crisis climática de no acompañarse con medidas más ambiciosas”

No obstante, es importante tener en cuenta que, a nivel local, los árboles sí pueden impactar de forma directa (y positiva) sobre nuestras vidas. Especialmente en las ciudades, donde contribuyen a reducir la presencia de partículas contaminantes, regulan las temperaturas y el calor emitido por el asfalto, y crean espacios mucho más agradables y saludables, sobre todo para los más pequeños.

Lo mismo ocurre en las escuelas, incluso en un mayor grado: para los niños y las niñas, plantar un árbol no es construir una nueva sombra bajo la que jugar; es una conexión instantánea (y única) con la naturaleza que le enseña a respetarla tal y como se merece.

Si te interesa que tu alumnado comprenda mejor la importancia de los árboles en la lucha contra el cambio climático y descubra las consecuencias de la deforestación y cómo realizar una gestión sostenible de los bosques, te recomendamos que consultes la sesión doble de 50′ de Ciencias Sociales «Matrix Aquae».

Texto: Cristina Suárez