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La basura electrónica se puede reducir gracias a la educación ambiental

basura electrónica

El Black Friday o el Ciber Monday son la antesala de la temporada navideña. Días en los que buena parte la población aprovecha para renovar sus productos electrónicos. Compras que, sin embargo, conllevan el aumento de una basura digital que acaba contaminando ecosistemas y comunidades en todo el mundo. Por ese motivo, es vital acercar a nuestras aulas la información sobre las consecuencias ambientales de nuestras compras tecnológicas.

La Organización de las Naciones Unidas advierte que cada año se generan 53 millones de toneladas de basura electrónica en el mundo, y prevé que esta cifra se duplique para el año 2050. Bajo la guía de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la ONU plantea como solución a este problema la apuesta por una economía circular que reduzca los residuos, contemplándolos como recursos. Un modelo circular que apuesta por prolongar la vida útil de los productos.

El primer paso para implementar este modelo es reflexionar y cambiar nuestra forma de consumir. Una tarea oportuna para estas fechas, en las que, según Luis Moreno, director de Ecolec, «se vende una cuarta parte de las ventas anuales de electrónica de consumo». Muchos de los dispositivos desechados terminan en los vertederos. El Black Friday, ya asentado en nuestro calendario, nos ofrece una ocasión ideal para hablar con los alumnos y alumnas sobre lo que ocurre con ese móvil u ordenador portátil que dejamos de utilizar cuando compramos uno nuevo.

Entre el Black Friday y la Navidad «se vende una cuarta parte de las ventas anuales de electrónica de consumo»

Vertederos electrónicos: riesgo medioambiental y para la salud

Las peores consecuencias del consumo intensivo de tecnología se externalizan geográficamente. La basura electrónica suele terminar en lugares lejanos a los países donde se produce. Ecolec apunta que «Estados Unidos y China producen el 32% de la basura electrónica que se genera», un ranking que continua Europa, con países como Noruega, Suecia, Alemania, Francia y España a la cabeza dentro del continente.

El problema de la basura electrónica tiene importantes consecuencias sobre nuestro planeta. Según el informe Global E-Waste Monitor de 2020, la incorrecta gestión de estos residuos acentúa el calentamiento global, ya que se liberan gases a la atmósfera que acaban contaminando océanos y ecosistemas en todo el mundo. Una realidad que debemos acercar a nuestras aulas.

Los daños al medioambiente están acompañados de importantes perjuicios sociales. Los países más pobres, por ejemplo, se convierten en auténticos vertederos de residuos electrónicos. Además, las personas que trabajan en estos lugares suelen estar aún en edad infantil. La Organización Mundial de la Salud denuncia que los niños y niñas que trabajan en estos vertederos son «más susceptibles a los productos químicos tóxicos» por estar en pleno crecimiento y tener contacto permanente con las sustancias nocivas de los residuos electrónicos.

Los residuos electrónicos liberan gases a la atmósfera y acaban contaminando océanos y ecosistemas en todo el mundo

El vertedero de Agbogbloshie, en Ghana, está considerado uno de los lugares más contaminados del planeta. Durante años, la población ha trabajado con desechos electrónicos a cambio de respirar la nube tóxica provocada por la quema de desechos. Esto ha supuesto un mayor riesgo de desarrollar enfermedades respiratorias, afecciones cardiovasculares y problemas cancerígenos. A ello hay que sumarle unos daños naturales que no se limitan al entorno del vertedero, sino que se expanden hacia ríos, cosechas y poblaciones cercanas. Recientemente, el gobierno decidió desmantelar el vertedero, pero ahora la población vive en un entorno contaminado y sin medios con los que poder sobrevivir.

La situación de este vertedero fue reflejada en el documental The Blame Game, un documento audiovisual que ofrece la posibilidad de ver en clase, con nuestro alumnado, que acabar con estos vertederos electrónicos es un eje crucial dentro de la lucha climática.

La educación, el pilar para corregir la balanza

Una parte de la solución a este problema reside en la educación que nos permite trabajar sobre la importancia de reducir nuestro consumo o de aplicar las 7Rs a los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos. No hablamos solo de la enseñanza que se debe impartir en el aula sino también del fomento de actividades que generen conciencia sobre la basura electrónica. Un ejemplo es acercar a los más jóvenes iniciativas como la campaña de reciclaje de móviles “Movilízate por la selva”. Organizada por el Instituto Jane Goodall de España muestra las consecuencias que nuestro consumo de productos electrónicos tiene en la República Democrática del Congo.

El vertedero de Agbogbloshie, en Ghana, está considerado uno de los lugares más contaminados del planeta

Es posible un futuro más sostenible; un futuro donde replanteemos nuestro consumo y donde la apuesta por la economía circular reduzca nuestros residuos electrónicos. De hecho, no solo es posible: es la vía más eficiente y justa a nivel económico y social. Por ello, es fundamental que nuestros alumnos y alumnas tomen conciencia sobre la basura digital y el daño que esta puede causar al medioambiente y a la sociedad.

En Naturaliza queremos que el alumnado se cuestione los efectos positivos y negativos de los aparatos tecnológicos. En el proyecto trimestral ‘Consumo Cuidado’, dirigido a 5º de Primaria, proponemos analizar en varias sesiones la huella ambiental que suponen los aparatos tecnológicos y reflexionar sobre la capacidad de la Tierra para asimilar sus impactos.

Texto: Ruth Drake