Hoy hablamos sobre la ciencia en el aula y para ello debemos conocer algunos datos. El 1 de marzo de 1869, Dmitri Mendeléyev completó finalmente el trabajo que daría vida a lo que conoceríamos como tabla periódica de los elementos, alterando por completo el futuro de la química, la biología y, en resumen, el mundo de la ciencia (así como el nuestro). Sus investigaciones, guiadas, en parte, por la precisión, y en parte por la intuición, abrieron un poco más el camino hacia el progreso. Y es que Mendeléyev estaba completamente convencido –como quedaría demostrado posteriormente– de que «lo que la ciencia siembra, la gente lo cosecha».
La historia se repite en cientos de descubrimientos científicos más, desde la creación de la rueda hasta el nacimiento de Internet. Al menos, así lo defienden desde las Naciones Unidas, que cada 10 de noviembre celebra el Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo. El objetivo no es otro que recordar el compromiso asumido por la comunidad científica en la Conferencia Mundial sobre la Ciencia en Budapest (1999). La ciencia se comprometió entonces a hacer un uso responsable de las investigaciones para beneficiar, de manera directa, a la sociedad.