«Arte y naturaleza siempre estarán luchando hasta que, finalmente, uno conquiste al otro, de manera que la victoria se manifiesta en los trazos y líneas. Lo que es conquistado, conquista al mismo tiempo». Las palabras que anotó en uno de sus tantos libros de bocetos Maria Sybilla (Alemania, 1647 – Países Bajos, 1717), una de las entomólogas e ilustradoras científicas más importante de todos los tiempos, más que una mera reflexión, adelantaron su futuro. Sybilla conquistó, a lomos de sus pinceles, esa batalla de la que hablaba, capturando en la victoria de esos trazos a todo tipo de insectos vivos –y en movimiento–. Esto la llevó a convertirse en el siglo XII en una precursora de la entomología moderna –el estudio de los insectos– y romper con los moldes de una época en la que las mujeres quedaban excluidas de los centros de mayor actividad, universidades y academias.
Sibylla publicó tres importantes libros a lo largo de su vida: Nuevo libro de flores (1675), La oruga, maravillosa transformación y extraña alimentación floral (1677) y Metamorfosis de los insectos del Surinam (1679). Esta última es su obra más destacada, donde incluye, con todo lujo de detalles, una serie de grabados en cobre realizados tras su viaje de dos años a Surinam. Se tratan de ilustraciones del desarrollo de todo tipo de las especies endémicas –nunca vistas hasta entonces– con las que se topó durante su aventura. Sus obras, todavía intensamente estudiadas en la actualidad, recogen también sus palabras, inmunizándola ante el paso del tiempo. En otras palabras: es como si ella misma, 300 años después de su muerte, estuviese relatando su propia historia.