¿Y si nos fijásemos en cómo los castores construyen sus presas en los ríos para construir las nuestras? ¿O cómo el martín pescador se sumerge en el agua sin que salpique una gota? La mayor parte de respuestas a los problemas a los que se enfrenta el ser humano en su día a día se pueden encontrar ahí fuera. Y hay un concepto muy amplio que abarca una serie de técnicas para combatir, paliar e incluso evitar las peores consecuencias de la crisis climática en la que nos encontramos: las Soluciones Basadas en la Naturaleza o SBN.
Con ellas, por un lado, se ayuda a los ecosistemas a mantenerse o recuperarse a partir de algo muy sencillo: respetar su propio funcionamiento. Pero, por otra parte, también consisten en copiar su funcionamiento y reproducirlo en espacios urbanos o allá donde destaque la acción humana. Porque el enfoque tradicional en la configuración de las ciudades se ha basado en confiar en estrategias tecnológicas en lo que se conoce como medidas o infraestructuras grises. Esto es, esas urbes que todos conocemos y que se caracterizan por la ausencia del verde en sus calles. Un enfoque alternativo –ese basado en la naturaleza– se basaría aplicar medidas que administran los sistemas socioecológicos de manera integral para sostener –y, potencialmente, aumentar– los beneficios que aportan los ecosistemas, como son la generación de oxígeno, la regulación de las temperaturas o el control del ciclo del agua. Así entrarían en juego las SBN en la creación de ciudades más verdes y resilientes.