¿Sabías que gracias al permafrost se mantiene congelada toda esa superficie de hielo y nieve del Ártico? Esa mole de tierra subterránea congelada por un periodo de, al menos, 2 años a una temperatura de 0˚C o menos es la que hace que el polo norte luzca como lo hace. El permafrost o permahielo puede darse en vastas llanuras cubiertas de nieve, como la tundra ártica, así como en lugares más pequeños y aislados, como la cima del Tíbet o las Montañas Rocosas que recorren Estados Unidos y Canadá. Esa capa de nieve que nuestros ojos alcanzan a ver, de unos 10 o 15 centímetros, se llama capa activa y bajo ella se encuentra el permafrost, una amalgama de tierra, rocas y arena que se mantiene junta por el hielo a lo largo de todo el año, ya sea invierno o verano.
Pero no todos los paisajes que vemos cubiertos de nieve son permafrost. En la mayoría de ellos –como en tantos lugares de la geografía española–, el manto blanco se derrite cuando las temperaturas empiezan a subir y el subsuelo –esa capa por debajo de la superficie– no está congelada. Como norma general, las zonas de hielo permanente se dan en altitudes altas o zonas de alta montaña, más comunes en el hemisferio norte, como Siberia, Alaska, el norte de Canadá y Groenlandia, además de los ejemplos anteriores. Pero también aparece en partes del hemisferio sur, como las montañas de los Andes o la Antártida, donde se encuentra la Patagonia. En total, el permafrost cubre casi el 25% del globo terráqueo.