Puede que una de las imágenes más famosas de la Navidad sea –además de la decoración, los villancicos o el belén– la estampa navideña que dibuja la película ¡Qué bello es vivir!, el clásico navideño por antonomasia gracias a que su protagonista, George Bailey –interpretado por James Stewart–, nos demuestra que el altruismo no es algo exclusivo de la Navidad. En el filme de Frank Capra, un ángel de la guarda es el que guía a nuestro protagonista para que descubra el impacto positivo de sus buenas acciones en su comunidad. Y, como ese ángel interpretado por Henry Travers, los profesores también pueden ser las luces que iluminen el camino de los más pequeños en la aventura que supone ayudar a que el mundo sea un lugar un poco mejor para todos los que en él habitan. Porque, si algo hemos aprendido con la pandemia que ha ensombrecido este 2020 es que tanto la crisis sanitaria como la climática se pueden superar si apelamos a los sentidos más básicos del ser humano.
La cooperación, la colaboración, la solidaridad y la unidad de acción a las que apela la película de Capra son también las claves para construir ese futuro sostenible y sano que nuestro planeta necesita. Y no hay mejor oportunidad que estas fiestas para poner en marcha pequeñas acciones que trasciendan las vacaciones y se prolonguen durante el resto del año.
Compartir juguetes, regalar sonrisas
Tras la Navidad, especialmente tras la llegada de Papá Noel y los Reyes Magos, son muchos los niños que acaban acumulando juguetes en el fondo de un armario. Con la llegada de un nuevo muñeco o videojuego, siempre hay algún otro que pasa al olvido, pero ¿qué hacer con él?
Si es muy viejo y no se puede utilizar la opción es reciclar el juguete. Pero la propuesta que cumple dos objetivos en uno sería donarlo: así, estaríamos apostando por la economía circular y, a la vez, ayudaríamos a que niños y niñas en condiciones de vulnerabilidad pueda recibir un juguete. Los profesores podéis pedirles a los más pequeños que, tras las fiestas, traigan a clase un juguete –en buenas condiciones– para donar y, así, sembrar la semilla de la solidaridad desde el colegio. Todos estos muñecos pueden llevarse a oenegés que realizan recogidas y que han activado protocolos covid especiales para garantizar la seguridad de las donaciones. Además, podemos animar a los niños a que repitan esta acción cada vez que reciban un regalo, ya sea por su cumpleaños o cualquier otra ocasión: por cada juguete nuevo que entra en casa, otro puede acabar en las manos de un familiar, amigo o desconocido que le vaya a dar una segunda vida.
Reacondiciona y dona para que otros sigan aprendiendo
Tras varios meses en los que la brecha digital en nuestro país se ha hecho cada vez más grande, es buen momento para recordar a los más pequeños –y a sus familias– que, al contrario de lo que se piensa, muchos aparatos electrónicos y equipos informáticos pueden tener una nueva vida. Son muchas las asociaciones que acondicionan y reparan ordenadores y tablets, por ejemplo, para que puedan ser usados en colegios, centros de mayores u oenegés.