Supervivencia, desarrollo, protección y participación. Esos son los cuatro ejes con los que Unicef trabaja para asegurar que la Convención de los Derechos del Niño se cumple dentro y fuera de nuestras fronteras. El 20 de noviembre de 1989 se ratificaba en Naciones Unidas ese texto que supuso un hito en la historia. «Reconoce a los niños por lo que pueden hacer: la infancia deja de ser un objeto de protección para convertirse en sujeto de derecho que aporta a la sociedad», explica Javier Martos, director ejecutivo de Unicef Comité Español. Por eso mismo, cada 20 de noviembre se celebra el Día Universal de la Infancia.
Los más pequeños son ciudadanos de pleno derecho que, aunque no tengan edad legal para votar, sí que tienen –o deberían tener– voz en las decisiones que afectan a su vida y a su entorno y en especial al cambio climático. «Los niños nos pueden aportar en miles de cosas, desde la organización de la escuela o su barrio hasta cómo quieren participar en las acciones de celebración del 20 de noviembre», asegura Martos. Reconoce, además, que entender a los niños como sujeto de derecho ha logrado que organizaciones de derechos humanos como la que dirige hayan «sido capaces de reducir la tasa de mortalidad en menores de cinco años en un 60% en los últimos 20 años».