Cada residuo a su sitio
Para que la pandemia de hoy no se convierta en un problema medioambiental que arrastremos durante décadas, la concienciación es clave. De la misma manera que muchas personas ya hemos interiorizado que los envases de plástico, latas y briks se depositan en el contenedor amarillo, los de papel y cartón en el contenedor azul y el vidrio en el verde, también debemos aprender sobre la importancia de depositar todos estos nuevos residuos sanitarios y materiales desechables deben ir en el contenedor adecuado. Y la escuela es el lugar perfecto para empezar a hacerlo.
Pero ¿sabemos exactamente cómo deshacernos de nuestros nuevos complementos diarios? Una pista: las mascarillas ni los guantes son envases, por lo tanto, no los depositaremos en el contenedor amarillo.
Pero tampoco en el marrón (orgánico). Su lugar es el contenedor gris –o con tapa naranja– destinado a todos esos residuos que se denominan el resto. Nada de lo que acaba en él se composta, así que ¡cuidado con lo que tiramos! Una manera de entenderlo –sobre todo para los más pequeños– es explicando que mascarillas y guantes comparten recipiente con pañales, compresas higiénicas, tampones, pañuelos usados, pelo, polvo o juguetes rotos. Sin embargo, si en casa –o en el cole– hay una persona sospechosa de tener COVID-19, nos desharemos de sus mascarillas usadas metiéndolas en una bolsa cerrada, preferentemente con cierre hermético, que irá dentro de otra con las mismas características, y de ahí al contenedor gris. De esta manera estaremos evitando la propagación del virus y colaboramos a mejorar la salud pública y la naturaleza.
También debemos recordar que los guantes no son un indispensable en la lucha contra el coronavirus: al menos no para todos aquellos que no trabajamos en entornos sanitarios. Para nosotros, lo esencial es mantener una adecuada higiene de manos: en la escuela, lo mejor es lavarlas con agua y jabón varias veces al día, al igual que cuando se llega a casa. Con un gesto tan sencillo como abrir el grifo y lavarse las manos reduciremos estos residuos que, además, según alerta la oenegé ecologista WWF, pueden acabar en el estómago de cientos de animales marinos, poniendo sus vidas en peligro.
Lo que sí tiraremos al contenedor amarillo son los botes de gel hidroalcohólico vacíos. Eso sí, ¿por qué no hacerlo después de utilizarlos varias veces? Los más pequeños se pueden volver a rellenar –con botes más grandes que venden en las farmacias– para llevar siempre en nuestros bolsos y mochilas.