«Educar es aprender a ser», dijo una vez el ex director general de la Unesco, Federico Mayor Zaragoza. Pero ¿cómo hacerlo en un presente tan cambiante como en el que vivimos? Ante esta tornadiza actualidad, necesitamos ser resilientes y creativos no solo para hacer frente y adaptarnos a las nuevas realidades que surgen, sino también para formar a los más pequeños. Solo así serán –y seremos– capaces de afrontar con éxito los retos del futuro. Y maestros y educadores son clave para conseguirlo. En medio de una crisis sanitaria sin precedentes, los desafíos a los que se enfrentan aumentan cada día. «El mayor reto ahora es sentirnos seguros», dice Sonia Reigosa, profesora del CEIP San Juan Bautista de Huesca. Durante las primeras semanas de la vuelta al cole, tanto padres como docentes han querido saber en todo momento cómo iban a estar organizadas las clases y recreos, cuáles eran los niveles de higiene y limpieza o el protocolo del uso de mascarillas y gel. «Ha sido un cambio radical y había que sentir que el colegio es un entorno seguro para profesores y alumnos», asegura. Pero, por encima de todo, en un momento en el que la nueva realidad no está todavía definida y los escenarios a los que nos enfrentamos van cambiando cada día, «el mayor reto sigue siendo la incertidumbre», reconoce Joaquín Caro, profesor del colegio de educación infantil y primaria Virginia Pérez de Murcia. Una incertidumbre que, sin duda, no solo se aplica a la crisis sanitaria, sino también a la climática.
Estas reflexiones las comparte también Raquel Albano, tutora de Naturaliza, el proyecto de educación ambiental de Ecoembes dirigido a maestros de primaria. Pero, además, añade la rápida digitalización que se ha realizado este año requiere de «bastante esfuerzo emocional y laboral por parte de los docentes». De ahí la necesidad de estar capacitados –y abiertos a hacerlo– para poder adaptarnos a los cambios. «Tenemos que entender el mundo en el que vivimos para poder saber cómo actuar en los distintos escenarios que se vayan presentando», apunta la formadora. Al fin y al cabo, la COVID-19 en cierto modo ha visibilizado ese esfuerzo realizado por los profesores en su día a día: su trabajo consiste en seguir formándose y aprendiendo –ya sea profundizando en la asignatura que imparten o poniéndose al día de informática, nuevas tecnologías o la protección del planeta– para ser capaces de enseñar a los más pequeños todas aquellas habilidades que les abrirán puertas mañana. Algo que cada vez tienen más claro los educadores, como asegura el maestro Chema Lázaro, es que el medioambiente tiene que estar presente en el currículo académico de manera transversal. Y, ahora, mucho más que nunca, más allá de asegurar que los centros educativos cumplan todos los criterios sanitarios, los profesores apuestan por la educación ambiental para transformar ese futuro cambiante