Última hora ambiental

Richard Louv: «La verdadera vanguardia de la educación es hacer las escuelas más verdes»

Richard Louv

Hablamos con el periodista y escritor Richard Louv (Estados Unidos, 1949) sobre la profunda necesidad de conectar con la naturaleza que tenemos en las sociedades digitalizadas, sobre todo en una edad temprana.

Somos uno con la naturaleza. Esa es una de las lecciones que nos ha enseñado este 2020, con sus confinamientos forzados por una pandemia que se ha extendido con una rapidez inusitada a causa de la pérdida de biodiversidad a la que hemos estado sometiendo al planeta en las últimas décadas. Ni importa si vives en el campo o en la ciudad, los ecosistemas terrestres no nos son ajenos: forman parte de la propia naturaleza humana. Por eso,  Richard Louv, periodista, escritor, educador ambiental estadounidense y autor, entre otros, de Los últimos niños del bosque (Capitán Swing) o Our Wild Calling (Algonquin, 2019) –que podría traducirse como La llamada de nuestra naturaleza–, defiende con ahínco que «cuanto más tecnológicas sean nuestras sociedades, más naturaleza necesitamos».

El que fuera el primero en acuñar el concepto déficit de naturaleza –o el creciente alejamiento y falta de contacto con esta y las consecuencias negativas que tiene en las personas–, opina que es primordial acostumbrarnos a relacionarnos de manera sana con nuestro entorno en edades tempranas. Por eso, todo empieza en las aulas para despertar la conciencia ambiental.

“La tecnología no es el enemigo, pero la falta de equilibrio en los colegios y hogares puede ser letal”

Última Hora Ambiental. ¿Cómo hemos llegado a este déficit de naturaleza?

Richard Louv. Desde la invención de la agricultura, durante la Revolución Industrial y a lo largo de la continua urbanización, los seres humanos han ido moviendo sus actividades al interior. Durante las pasadas tres décadas, los cambios sociales y tecnológicos han acelerado ese cambio tanto en las ciudades como en las áreas rurales. Hoy en día, la tecnología domina todos los aspectos de nuestra vida. Per se, esta no es el enemigo, pero la falta de equilibrio en los colegios y hogares puede ser letal. Además, una buena parte de la sociedad –incluyendo el sistema educativo establecido dominante en la mayoría de países– ya no ve los juegos independientes e imaginativos, especialmente los que se desarrollan en entornos naturales, como algo enriquecedor. Sin embargo, estamos empezando a ver nuevas apreciaciones por estos temas entre padres, educadores, pediatras, incluso alcaldes, así como el crecimiento de las escuelas orientadas a la naturaleza. Cuanto más tecnológicas sean nuestras vidas, más naturaleza necesitamos.

UHA. ¿A qué consecuencias nos enfrentamos si no revertimos esta situación?

RL. Una serie de investigaciones sugieren que el entorno natural aumenta la competencia física –asociada con la agudeza mental– y la habilidad para ver soluciones donde otros solo ven caos, y estimula el sentido de lo colectivo, detecta y aplica el conocimiento y aumenta la creatividad. A medida que la gente va pasando menos tiempo en entornos naturales, sus sentidos se van estrechando fisiológica y psicológicamente.

Algunas de sus consecuencias incluyen disminución del uso de los sentidos, dificultades de atención, casos más altos de enfermedades físicas y emocionales, aumento de miopía, obesidad o falta de vitamina D. Hoy en día, las personas que trabajan y aprenden en entornos mayoritariamente digitales invierten una gran cantidad de energía bloqueando muchos sentidos, incluyendo aquellos que ni siquiera sabemos que tenemos, para poder enfocarse más en las pantallas que tienen delante.

“A medida que la gente va pasando menos tiempo en entornos naturales, sus sentidos se van estrechando fisiológica y psicológicamente”

UHA. ¿Estamos trabajando en la dirección correcta para revertir este déficit de naturaleza y poder legar un mundo más verde, sano y sostenible a las futuras generaciones?

RL. Estamos viendo varios cambios. Un estudio reciente llevado a cabo en EE.UU. sugiere que ahora tenemos mucho más conocimiento sobre la conexión entre salud y naturaleza que hace una década, pero que existe menos consciencia sobre el nexo cognitivo-educación y que las barreras frente a la experiencia natural siguen siendo considerables. Necesitamos más acción, tanto a nivel familiar como comunitario. Estados Unidos puede aprender mucho mirando más allá de sus fronteras. En Europa son muy populares las escuelas para todo tipo de clima y algunos de los diseños urbanos y arquitectura más innovadora está desarrollándose en el Viejo Continente. Necesitamos incorporar el aprendizaje basado en la naturaleza y darle crédito a aquellos profesores que insisten en exponer a sus alumnos al entorno natural, a pesar de tendencias opuestas que se promueven, como la creciente inmersión en tecnología en detrimento de la naturaleza. Profesores y escuelas no lo pueden hacer solos, se necesita la contribución de padres, legisladores y comunidades.

UHA. ¿Por qué son tan importantes las escuelas al aire libre?

RL. En la década de los 90, en Estados Unidos, muchos distritos escolares aumentaron las horas de aprendizaje sentados en pupitres y exámenes en detrimento del tiempo de recreo. Hasta que la pandemia del coronavirus cambió la ecuación, la educación abría solo un poco la puerta al exterior. En 2017, el periódico Education Week habló de la creación, en esa década, de cientos de nuevos centros prescolares basados en la naturaleza y, desde entonces, los jardines escolares y patios naturales están ganando terreno. La era de las pandemias añade un nuevo incentivo, ya que el distanciamiento social es más fácil al aire libre que en el interior de las aulas. En febrero de 2019, investigadores de la Universidad de Minnesota publicaron en la revista Frontiers in Psychology  una revisión de una investigación sobre educación relacionada con la naturaleza que concluía que los colegios verdes mejoran tanto la salud como las funciones cognitivas. Además, explicaba que podrían aumentar los resultados en test estándares, porque indican cambios en la perseverancia, la resolución de problemas, el pensamiento crítico, el liderazgo, el trabajo en equipo y la resiliencia. Yo suelo hablar de la mente híbrida, que significa usar ordenadores para maximizar nuestra habilidad para procesar el conocimiento, la información intelectual, y entornos naturales para activar nuestros sentidos y acelerar nuestra capacidad de aprender y sentir.

Es sorprendente cuántos líderes tecnológicos tienen un refugio apartados del radar. Saben que necesitan tiempo para reiniciar y que, si es en la naturaleza, estimula su creatividad. Para sus propios hijos, algunos han adoptado límites de tiempo de teléfono o tablet diarios o de uso de ordenadores los días de colegio solo para hacer los deberes. Un reportero de New York Times le comentó una vez a Steve Jobs: «A sus hijos les debe encantar el iPad». A lo que respondió: «No lo han utilizado. Limitamos el tiempo que nuestros hijos pueden pasar con tecnología en casa».

 “Necesitamos darle crédito a aquellos profesores que insisten en exponer a sus alumnos a la naturaleza”

UHA. ¿Cuál es la respuesta de los niños al aprendizaje al aire libre?

RL. Las escuelas que cuentan con espacios de juego y áreas de aprendizaje naturales ayudan a los niños a alcanzar mejores resultados académicos. Las investigaciones revelan que pasar tiempo en la naturaleza puede ayudar a los niños a desarrollar confianza en sí mismos y reduce los síntomas del desorden de déficit de atención e hiperactividad, ayudándoles a calmarse y centrarse. Hay algunos indicios de que estos espacios pueden reducir el acoso escolar. Del mismo modo, puede ser un amortiguador para la obesidad y el sobrepeso, y ofrece otros beneficios fisiológicos y psicológicos, sobre todo cuando implica una conexión con animales.

Obviamente, pasar tiempo en la naturaleza no lo va a resolver todo, pero puede resultar de gran ayuda. Creo que la verdadera vanguardia de la educación es hacer las escuelas más verdes.

UHA. ¿Cómo pueden padres, profesores y educadores enseñar a los más pequeños la importancia de cuidar el medioambiente e inculcarles aquellos valores de respeto y pertenencia que les convertirá en ciudadanos responsables el día de mañana?

RL. Muchos adultos resultan ser ejemplos no muy buenos. Cada vez pasan más tiempo en el interior, rodeados de aparatos tecnológicos y, junto a sus hijos, sufren problemas relacionados con la salud. El aumento de la obesidad, tanto en niños como en adultos, es una de las consecuencias. La mayoría de estos niños y adultos no saben lo que se están perdiendo. Nunca es muy pronto –o muy tarde– para enseñar a pequeños y mayores a apreciar y conectar con el entorno natural. Hasta en lugares con una gran densidad urbana se puede encontrar naturaleza cerca, en algún lugar, en el barrio, en un parque… Esto es un asunto de diseño, de urbanismo, fundamentalmente, pero también de intención. Sacar a los niños al exterior tiene que ser un acto consciente por parte de padres y cuidadores. Para ello, necesitamos programar ese tiempo en la naturaleza. Con esto no quiero decir que sea antitecnología. Creo que esta nos ofrece muchas ventajas. Pero la inmersión tecnológica sin equilibrio nos quita la capacidad de prestar atención, pensar con claridad y ser productivos y creativos.

“Los colegios verdes mejoran tanto la salud como las funciones cognitivas”

Reconectar con ese mundo natural del que hemos desconectado por culpa de las rutinas frenéticas que llevamos es vital no solo para lo niños, sino también para sus padres y educadores. Y, en esencia, eso es lo que lleva años defendiendo Richard Louv con su trabajo de divulgación ambiental. Porque, como escribió en ‘Los últimos niños del bosque’, «el tiempo en la naturaleza no es solo ocio, sino una inversión en la salud de nuestros hijos y, de paso, en la nuestra propia».

Texto: Carmen Gómez-Cotta