UHA. ¿Estamos trabajando en la dirección correcta para revertir este déficit de naturaleza y poder legar un mundo más verde, sano y sostenible a las futuras generaciones?
RL. Estamos viendo varios cambios. Un estudio reciente llevado a cabo en EE.UU. sugiere que ahora tenemos mucho más conocimiento sobre la conexión entre salud y naturaleza que hace una década, pero que existe menos consciencia sobre el nexo cognitivo-educación y que las barreras frente a la experiencia natural siguen siendo considerables. Necesitamos más acción, tanto a nivel familiar como comunitario. Estados Unidos puede aprender mucho mirando más allá de sus fronteras. En Europa son muy populares las escuelas para todo tipo de clima y algunos de los diseños urbanos y arquitectura más innovadora está desarrollándose en el Viejo Continente. Necesitamos incorporar el aprendizaje basado en la naturaleza y darle crédito a aquellos profesores que insisten en exponer a sus alumnos al entorno natural, a pesar de tendencias opuestas que se promueven, como la creciente inmersión en tecnología en detrimento de la naturaleza. Profesores y escuelas no lo pueden hacer solos, se necesita la contribución de padres, legisladores y comunidades.
UHA. ¿Por qué son tan importantes las escuelas al aire libre?
RL. En la década de los 90, en Estados Unidos, muchos distritos escolares aumentaron las horas de aprendizaje sentados en pupitres y exámenes en detrimento del tiempo de recreo. Hasta que la pandemia del coronavirus cambió la ecuación, la educación abría solo un poco la puerta al exterior. En 2017, el periódico Education Week habló de la creación, en esa década, de cientos de nuevos centros prescolares basados en la naturaleza y, desde entonces, los jardines escolares y patios naturales están ganando terreno. La era de las pandemias añade un nuevo incentivo, ya que el distanciamiento social es más fácil al aire libre que en el interior de las aulas. En febrero de 2019, investigadores de la Universidad de Minnesota publicaron en la revista Frontiers in Psychology una revisión de una investigación sobre educación relacionada con la naturaleza que concluía que los colegios verdes mejoran tanto la salud como las funciones cognitivas. Además, explicaba que podrían aumentar los resultados en test estándares, porque indican cambios en la perseverancia, la resolución de problemas, el pensamiento crítico, el liderazgo, el trabajo en equipo y la resiliencia. Yo suelo hablar de la mente híbrida, que significa usar ordenadores para maximizar nuestra habilidad para procesar el conocimiento, la información intelectual, y entornos naturales para activar nuestros sentidos y acelerar nuestra capacidad de aprender y sentir.
Es sorprendente cuántos líderes tecnológicos tienen un refugio apartados del radar. Saben que necesitan tiempo para reiniciar y que, si es en la naturaleza, estimula su creatividad. Para sus propios hijos, algunos han adoptado límites de tiempo de teléfono o tablet diarios o de uso de ordenadores los días de colegio solo para hacer los deberes. Un reportero de New York Times le comentó una vez a Steve Jobs: «A sus hijos les debe encantar el iPad». A lo que respondió: «No lo han utilizado. Limitamos el tiempo que nuestros hijos pueden pasar con tecnología en casa».