Gandhi decía que «nosotros tenemos que ser el cambio que queremos ver en el mundo». Y, para ello, la reflexión sobre nuestras rutinas cotidianas y la adquisición de hábitos proambientales y educación ambiental son fundamentales para la conservación del planeta. A través de la concienciación podemos interiorizar hábitos saludables para la Tierra y todos sus habitantes, y el lugar para empezar es el cole.
El Pacto Verde Europeo, presentado recientemente en Bruselas, establece una hoja de ruta para acelerar la transición ecológica en el conjunto de países de la Unión Europea.
«Cómo hacer de Europa el primer continente climáticamente neutro en 2050 impulsando la economía, mejorando la salud y la calidad de vida de los ciudadanos, protegiendo la naturaleza y no dejando a nadie atrás».
Ese es su objetivo. Muchos de los 7 puntos claves que se presenta en este Green Deal pueden materializarse –o darse a conocer– en las escuelas y, una vez más, nos invitan a reflexionar sobre nuestros hábitos. Empezando, por ejemplo, por la comunidad educativa, como educar sobre la importancia y los peligros de la contaminación atmosférica y cómo su aumento o disminución depende de nuestras elecciones diarias: cómo nos movemos, consumimos o relacionamos con el medioambiente. Además, acercar las energías renovables y su capacidad para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a las aulas supondría unirse al rumbo de la UE.