No hay una sola respuesta a la pregunta “¿qué podemos hacer los ciudadanos, a título individual, para frenar el calentamiento global?”. Desde coger menos aviones y moverse a diario en transporte público, en bicicleta o a pie hasta reducir el consumo de carne, reducir la cantidad de residuos que generamos… las posibilidades, son numerosas.
Lo que está claro es que no sólo la legislación deberá impulsar un cambio en el modelo productivo para generar energía y producir bienes de manera más sostenible aprovechando mejor los recursos naturales. Los consumidores de esos bienes y servicios también tenemos nuestra parte de responsabilidad en esta transición ecológica, y es una buena noticia, porque el consumo no deja de ser —y cada vez más— una herramienta de empoderamiento ciudadano. El consumo individual comporta aproximadamente el 64% de las emisiones globales, asegura la Comunidad Por el Clima.
Por eso, el ODS 12 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de Naciones Unidas busca alcanzar ambos: un consumo y una producción responsable. La primera de las “Rs” de la economía circular es reducir, y eso incluye, además, resistirnos a los impulsos de compras innecesarias. O, en todo caso, tomar mejores decisiones de compra.
Un consumo y una producción responsable es uno de los objetivos que hay que marcarse estas Navidades.
En general, el nivel de consumo de las sociedades occidentales es elevado durante todo el año. Sin embargo, hay un periodo en que el consumo se dispara de manera más pronunciada: las navidades. Es en esta época cuando aprovechamos para hacer compras navideñas, regalos a familiares y amigos, reuniones, cenas y comidas.
Desde los famosos juegos del “amigo invisible” hasta los reyes magos, pasando por la Nochebuena y la visita de Papá Noel. Las fechas de diciembre y enero se caracterizan, además de por grandes cantidades de comida, por los libros, juguetes, aparatos tecnológicos, viajes y demás regalos con que sorprendemos a nuestros seres queridos.
Cómo disfrutar de una Navidad sostenible
Y ante este panorama de consumo exacerbado, parece más complicado luchar contra la crisis ecológica. Pero sí es posible. Hoy en día ya hay suficientes alternativas como para que “fiestas navideñas” y “sostenibilidad” no sean conceptos reñidos y puedas también reciclar en Navidad. Estas son algunas ideas:
1. Cena de Navidad con alimentos de cercanía
Empezando por las cenas que preparamos en casa, podemos asegurarnos de que la comida es local y de producción ecológica o incluso de comercio justo. Consume más verduras y frutas ecológicas y producidas en España de forma sostenible y responsable. En un país tan rico en biodiversidad y a la cabeza en producción ecológica en Europa como es España, los alimentos kilométricos no son, ni mucho menos, necesarios. No hay nada más tradicional que los productos típicos de la región donde uno vive. Si el menú navideño incluye carne, que sea de ganadería extensiva, local y ecológica.
2. Reutiliza para envolver
En esta época del año sabemos cuanto se gasta en decoración navideña y papel de regalo. El envoltorio de los regalos, mejor si es de papel reutilizado y sin bolsas de plástico. Una opción para envolver los regalos puede ser utilizar papel de anteriores regalos, así como de periódicos o de revistas antiguas. Muchas veces acumulamos ejemplares de revistas que, con toda probabilidad, no volveremos a leer, y con sólo un periódico del día podremos envolver todos los regalos que queramos. A la hora de comprar en tiendas, podemos llevar bolsas de tela y rechazar las de plástico que nos ofrezcan.
3. Árbol de Navidad sostenible
Un gran número de personas optan por un árbol de Navidad natural. Defienden que aunque causa un impacto ambiental, puede durar de 5 a 6 años si se cuida correctamente. Si optas por la compra de una árbol de Navidad natural elige uno que sea local o lo más cercano posible a tu casa. La mayoría de los árboles de plástico o artificiales tienen contenidos como cloruro de polivinilo o PVC, o también elaborados con polietileno. Si deseas renovarlo has de llevarlo a un punto limpio. También existen muchas ideas para fabricar tu propio árbol de Navidad.
4. Regalos comprometidos con el medioambiente
El contenido de los regalos: bienes no materiales, objetos necesarios o caprichos sostenibles. El abanico es enorme. Plataformas digitales como ecovamos.com recogen el catálogo de actividades y productos respetuosos con el medio ambiente. Lo importante, al final, es tener en cuenta no sólo los materiales con los que se ha fabricado el producto —o producido el servicio— sino también las condiciones laborales de las personas que se han encargado de ello, así como la cercanía del territorio donde se produce respecto al lugar donde se adquiere. Muchas empresas están apostando por la compensación de sus emisiones de gases de efecto invernadero con medidas como la plantación de bosques para ser neutros en carbono. Esta puede ser una opción, aunque siempre será mejor elegir aquellos regalos de material reciclado o alternativas que, directamente, evitan generar ese impacto. Regala un libro sobre naturaleza, sobre problemas ambientales, consumo de recursos de forma responsable o sobre cómo cuidar el planeta, estarás actuando en favor del medio ambiente. Por otro lado, se han vuelto a poner de moda los regalos no materiales, que proporcionan experiencias. Viajes, visitas, cenas, entradas de conciertos… A priori pueden parecer sostenibles, pero tendremos que tener presente que no por ser inmaterial significa que no tiene un impacto. La huella ambiental de un viaje no será la misma si el trayecto se realiza en tren que si se hace en avión. No se usarán los mismos recursos en un masaje que en un balneario ni estaremos dañando igual el medio ambiente en un restaurante de comida ecológica y local que en uno de platos exóticos.
Al final, se trata, en estas fechas navideñas, de pensar bien antes de comprar, y de plantearnos el coste ambiental de cada cosa. La cultura low cost ha hecho que muchas personas se puedan permitir un consumo que antes ni se plantearían o que, en todo caso, sería un “lujo” o algo excepcional. Sin embargo, al integrar el coste ambiental en el precio de los productos le hace un flaco favor al planeta y al entorno natural. Aun así, con sentido común y con responsabilidad, se puede disfrutar de hacer un regalo sin comprometer la calidad de vida de las próximas generaciones.