La contaminación lumínica afecta sobre todo a zonas urbanas e industriales. Según el Instituto de Ciencia y Tecnología de la Contaminación Lumínica, el 60% de los habitantes de la Unión Europea no pueden ver la vía Láctea por la contaminación lumínica. El reto: conseguir que el cielo vuelva a estar más oscuro.
Los dos aspectos principales que tenemos que tener en cuenta para hablar de contaminación lumínica son el cielo y la iluminación artificial. La contaminación lumínica, es la contaminación producida por las emisiones de luz que proviene de fuentes artificiales con altas intensidades. La contaminación lumínica es el brillo que se ve en el cielo por las noches provocado por la iluminación ineficiente. En vez de enviar la luz hacia el suelo, la luz se emite hacia el cielo.
Consecuencias de la contaminación lumínica:
Desperdicio de energía, ya que la luz se está dirigiendo hacia el cielo, por lo cual se necesita más energía para conseguir la iluminación necesaria.
Se producen deslumbramientos, que son peligrosos para los conductores y afectan a la seguridad vial.
Se dificulta el tráfico aéreo y el tráfico marítimo.
Se generan residuos contaminantes mientras se está produciendo este exceso de energía, como dióxido de carbono o sustancias radiactivas.
Se alteran los ciclos biológicos de algunos animales y plantas, sobre todo las aves, generando desorientación y cambios en sus ciclos biológicos. Incluso también se alteran los ciclos de sueño de las personas, al filtrarse la luz artificial en las viviendas.
Como hemos dicho, este tipo de contaminación se debe a que la luz artificial se está dirigiendo hacia el cielo.
Farolas y luces mal diseñadas que emiten la luz hacia el cielo, como las farolas tipo globo o las farolas que no están bien protegidas o que no cuentan con una pantalla.
Exceso de potencia en las luces artificiales.
Existencia de horarios poco eficientes de la iluminación artificial.
La buena iluminación es aquella que es eficiente, y que dirige la luz hacia el suelo y hacía los lados. Esta iluminación no produce deslumbramientos y es uniforme. Por contra, la mala iluminación es aquella poco eficiente, que dirige gran cantidad de luz hacia el cielo y produce deslumbramientos.
El reto: conseguir que el cielo vuelva a estar más oscuro.
España: un país muy iluminado
¿Existe contaminación lumínica en nuestro país? Pues parece que sí… y mucha. España es el tercer país de la Unión Europea donde más contaminación lumínica hay y donde se produce un mayor gasto en el alumbrado público por habitante.
¿Quieres conocer el nivel de contaminación lumínica de España y del resto del mundo? A través de la página web Earth at night se puede ver un mapa de contaminación lumínica del mundo a modo de relieve, donde la altura de estos relieves muestran el grado de contaminación de cada punto del mapa. Para la construcción de este mapa y el análisis de los datos han participado, entre otros, la NASA.
Otro proyecto interesante es STARS4ALL, un proyecto europeo que quiere concienciar a la ciudadanía sobre los efectos negativos de la contaminación lumínica en los humanos, en los animales y plantas, en la seguridad y en el ahorro energético.
¿Cuáles son las ciudades españolas con mayor contaminación lumínica?
En nuestro país no existe una normativa a nivel estatal que regule la contaminación lumínica, sino que son las Comunidades Autónomas las que van regulando la normativa correspondiente. La Comunidad Autónoma pionera en regular este tema fue Canarias, al promulgar en 1988 la Ley sobre Protección de la Calidad Astronómica de los Observatorios del Instituto de Astrofísica de Canarias.
Las Comunidades Autónomas que a día de hoy tienen una normativa de protección lumínica son Cataluña, Islas Baleares, Navarra, Cantabria, Andalucía, Extremadura y Castilla y León.
El astrofísico español Alejandro Sánchez de Miguel y su equipo acaban de publicar un estudio sobre el ranking de la contaminación lumínica en España. Para elaborar dicho ranking han tenido en cuenta varios aspectos que están relacionados con la contaminación lumínica en 2.000 municipios:
Potencia de luz emitida hacia el cielo.
Número de luminarias.
Número de farolas por kilómetro cuadrado.
Madrid es la ciudad que más potencia emite y, por tanto, que más luz lanza al cielo seguida por Zaragoza, Sevilla, Barcelona y Valencia. Sin embargo, si miramos las ciudades con la iluminación más contaminante, el ranking lo encabeza Bilbao, le siguen Hospitalet de Llobregat (Barcelona) y Barakaldo (Bizkaia).
¿Cuáles son las ciudades europeas con mayor contaminación lumínica?
España es el tercer país europeo con más contaminación lumínica, sólo superado por Grecia y Malta. La contaminación lumínica supone un gran problema en las principales ciudades de toda Europa. Las grandes capitales presentan unos índices de contaminación lumínica muy alta, pudiéndose ver zonas que concentran niveles de contaminación tan altos como los que puede presentar Madrid y sus alrededores.
España es el tercer país europeo con más contaminación lumínica.
Así, la ciudad europea que más contaminación lumínica sufre es Moscú, que casi duplica el nivel de Madrid. A la capital rusa le siguen Londres, Róterdam, París, Atenas, Roma, Estocolmo y Millán.
Pero si miramos el mapa de Europa en conjunto, podemos apreciar cuatro grandes zonas donde se concentra una gran cantidad de ciudades con niveles muy altos de contaminación lumínica: la zona norte de Italia, los Países Bajos, la zona norte de Reino Unido y la zona sureste de Italia.
¿Qué medidas se pueden tomar contra la contaminación lumínica?
Iluminar sólo las zonas y áreas que lo necesiten, siempre de arriba hacia abajo y sin dejar que la luz se disperse hacia otras zonas.
Sustituir las lámparas de mercurio por las lámparas de sodio, que son las farolas que emiten una luz más anaranjada, ya que contaminan menos y también consumen menos.
Hacer un uso más responsable de la iluminación de monumentos, fachadas de edificios y carteles publicitarios, no manteniendo esta iluminación de manera constante sino sólo durante algunas horas.
Utilizar farolas y luces que tengan un diseño con pantallas que eviten que la luz se dirija hacia arriba.
Situar las farolas en lugares donde no tengan obstáculos y su luz ilumine correctamente las calles, carreteras y calzadas.
Utilizar sensores de movimiento, de tal manera que las farolas sólo se enciendan cuando hay viandantes y no estén encendidas continuamente.
Respetar las recomendaciones internacionales respecto a los niveles de iluminación adecuados.
Prohibir fuentes de iluminación como cañones de luz o láseres que envíen directamente luz al cielo.
Aprobar legislaciones autonómicas que regulen la iluminación para prevenir este tipo de contaminación, teniendo en cuenta la eficiencia y el ahorro energético.